Denia es una ciudad costera alicantina, y capital de la comarca de la Marina Alta, famosa por sus playas, convirtiéndose en un lugar que recibe mucho turismo, especialmente en la temporada estival.
Y, aunque el principal atractivo turístico de esta localidad son sus playas, en esta ocasión vamos a poner el foco en un lugar atrapado entre la maleza a merced del tiempo: El cementerio de los ingleses.
Ubicado junto a la playa de
Marineta Cassiana, a mediados del siglo XIX se inauguró este cementerio. En
esta época, el comercio de la uva pasa estaba con Inglaterra estaba en auga, lo
que hizo que muchos británicos dedicados al comercio se asentasen en Denia
formando una pequeña colonia. No obstante, era una época de epidemias, como el
cólera, con una corta esperanza de vida, sumado a los temporales marítimos, por
lo que muchos fallecían allí sin poder regresar a su país. Debido a sus
diferencias religiosas, estos británicos no podían ser enterrados en
cementerios católicos, por lo que se construyó uno para ellos. Este cementerio
estuvo funcionando hasta inicios del siglo XX cuando ya no quedaron ingleses en
Denia, por lo que dejó de ser funcional.
Entre las distintas tumbas
destaca la del pequeño Reginald Rankin, fallecido con sólo un año de edad y en
cuyo homenaje se levantó un monolito en el centro del cementerio datado de
1865. En este monolito hay un texto del poeta John Dos Passos que dice “How
fine to die in Denia (Qué bueno morir en Denia)”.
Actualmente, no hay cuerpos enterrados allí pues todos fueron trasladados por sus familiares a Gran Bretaña, quienes temían que aquellas tumbas fuesen profanadas, y las lápidas, auténticas obras de arte, se abandonaron estando ahora ocultas entre la maleza que salvajemente se ha apoderado de aquel lugar. Aunque las historias y rumores no han abandonado el lugar pues hay quien asegura que aún pueden verse los espíritus de quienes allí fueron enterrados paseando entre las abandonadas y deterioradas lápidas.
Además, cerca de allí tuvo
lugar en 1799 un naufragio sufrido por la fragata española “Guadalupe”, que se
encontraba huyendo de varios buques ingleses en medio de un temporal quedando encallada
en unas rocas cerca de la costa y que terminó con 40 desaparecidos y 107
fallecidos, que fueron enterrados en la costa. Según las leyendas, todavía
puede escucharse el lamento de los marineros fallecidos. Incluso se rumorea que
durante las noches de luna llena se puede ver unas siluetas vestidas con ropa
de marinero de otra época, como si estuviesen esperando a un barco en el que
subirse.
De esta forma, el cementerio
de los ingleses y la costa en la que se ubica se ha convertido en un lugar con
cierto atractivo para quienes buscan entrar en contacto con el mundo paranormal
o, simplemente, para quienes quieren ser testigos de los ecos del pasado.