jueves, 21 de febrero de 2019

LOS FANTASMAS DE LA CASA DEL OBISPO


En Cádiz, a escasos metros de la catedral se encuentra la Casa del Obispo. Se trata de un yacimiento arqueológico que muestra la evolución de la ciudad desde el siglo VIII a.C. hasta el siglo XVIII d.C. Este museo que resulta fundamental para poder conocer la variada y compleja historia de la ciudad.
El origen de este museo está relacionado con la antigua residencia del obispo de Cádiz. En 1997 se inició una obra para derribar parte de esta casa. No obstante, la obra se detuvo por la aparición de diferentes restos arqueológicos: estructuras romanas, restos fenicios… Tras varios años sin poder avanzar en las obras, estas finalizaron en el año 2006, abriendo así el edificio sus puertas al público.
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Es entonces cuando se comienza a tener constancia de diferentes sucesos paranormales.

La mayoría de los testigos son empleados que no se atrevieron a contar tales sucesos hasta que habían terminado el contacto, por miedo a sufrir represalias laborales. Además, opinaban que nadie les creería y que les tomarían por locos.

Los empleados contaron que mientras trabajaban estaban constantemente en tensión, pues sentían que alguien a quien no podían ver les seguía por los pasillos, y que dicho ente llegaba en ocasiones a tocarles. Además, la mayoría de las noches, alguna alarma saltaba sin motivo, o las cámaras que se activaban mediante sensores de movimiento comenzaban a funcionar a pesar de encontrarse las salas vacías. Del mismo modo, en ocasiones se pudieron ver pequeños orbes a través de los monitores de las cámaras de seguridad. A estos fenómenos se unen voces, susurros, o sonidos extraños.

Algunos testimonios narran que cuando caminaban por las diferentes galerías revisando todos los objetos expuestos o bien visitando el museo, las luces se apagaban de repente dejando al personal completamente a oscuras. Un testigo explica que en una ocasión que se quedó a oscuras en una sala pudo sentir un extraño frío a su lado y, a continuación, una mano que le agarraba del tobillo. El hombre salió corriendo hasta llegar a una zona iluminada y se miró el tobillo para encontrar unas marcas parecidas a unos dedos. Aquello le aterró profundamente. Otro testigo explica que, en una ocasión, vio una sombra dirigirse a una sala y, al ir a mirar quién había allí, pudo comprobar que la sala estaba vacía.

La mayoría de los testigos se habían mostrado siempre escépticos, aunque perdieron dicha escepticismo al comenzar a trabajar en la Casa del Obispo. Aseguran que cuando su contrato finalizó se sintieron muy aliviados de poder salir de aquel lugar.

Diferentes investigadores, como Iker Jiménez, visitaron la Casa del Obispo tratando de esclarecer los extraños sucesos. De esta forma, a través de grabaciones y psicofonías, se pudieron captar extrañas nebulosas que formaban figuras nebulosas que se desplazaban por la escalera y las diferentes salas.

En una ocasión, un miembro de un equipo de investigación se quedó rezagado en una zona donde se encuentra un pozo de la época fenicia.
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Allí vio una sombra en una esquina. Pensando que se trataba de un compañero, se acercó para no encontrar a nadie.

Actualmente no se ha podido averiguar qué es lo que sucede en la Casa del Obispo ni por qué. Pero estos sucesos han atraído la atención de muchos curiosos que esperan poder conocer la historia de Cádiz y, si tienen suerte, poder sentir alguna de estas experiencias inexplicables.

viernes, 8 de febrero de 2019

EL PARADOR DE JAÉN


El Parador de Jaén está situado en el Cerro de Santa Catalina, un excelente balcón a la Sierra de Cazorla y la Sierra del Segura.
Se trata de uno de los tres edificios que forman el Castillo de Jaén.

Fue inicialmente construido por Anibal durante la época cartaginesa como fortaleza para proteger la ciudad. Posteriormente, los romanos mantuvieron y reforzaron dicha fortaleza. Tras la conquista musulmana, el edificio fue reconstruido, siendo ampliados sus espacios. Más tarde, tras la reconquista de Jaén en 1246 por Fernando III “el Santo”, se remodeló para formar un Alcázar cristiano, otorgándole el nombre de Santa Catalina por la capilla que se construyó en dicha fortaleza.

No obstante, durante la Guerra de Independencia, las tropas francesas eligieron este emblemático edificio para asentarse, modificando parte de la estructura de dicho Alcázar, construyendo un hospital para los heridos.

El edificio cayó en el olvido hasta que el Ayuntamiento de Jaén lo compró para restaurarlo, acondicionándose en 1965 como Parador.

Pero, es entonces cuando las leyendas y los rumores sobre figuras fantasmales empiezan a aparecer, testimonios ligados a una leyenda. Una leyenda cuyo protagonista es el condestable de Castilla durante el reinado de Enrique IV, Miguel Lucas de Iranzo.
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Según dicha leyenda, dicho condestable se enamoró de una mora con la que contrajo matrimonio. En una ocasión el hombre salió a combatir a las tropas musulmanes que aún estaban establecidos en Andalucía. Durante su ausencia, un grupo de ciudadanos de Jaén asaltaron el castillo, asesinando y quemando a la mujer, que estaba embarazada. Tal fue la frialdad de este asesinato que hizo que el espíritu de la joven quedase atado al torreón del Alcázar, lugar en el que fue asesinada.

Aunque no es la única leyenda que se cuenta, pues hay quien asegura que en el castillo murió un preso, cuya alma adopta la forma de los clientes del Parador para confundir y engañar a los empleados.
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Pero lo que realmente ha dado importancia a ambas leyendas han sido los testimonios de los empleados y huéspedes del Parador sobre las habitaciones 22 y 23 del torreón, pues son las habitaciones donde parece concentrarse toda la actividad paranormal.
Diferentes testimonios hablan de muebles que cambian de posición, cajones que se abren y se cierran, maletas que aparecen abierta, sombras en el pasillo, golpes en la puerta, sonidos indescriptibles, bruscos descensos de temperatura, fallos en la electricidad, llantos, o la silueta de una mujer con indumentaria árabe que vaga por el pasillo.

El actual responsable del Parador comenta que, aunque él no ha tenido ninguna experiencia paranormal en su lugar de trabajo, sí ha oído comentarios de muchos empleados y clientes.

Una empleada del Parador contó que vio una luz muy potente moverse por un pasillo portando un gran frío a su paso. Aquella puso a la mujer bastante nerviosa.

En una ocasión, un cliente alojado en la habitación 22 del torreón puso una reclamación porque alguien estuvo toda la noche dando golpes en la puerta a pesar de no haber nadie en el pasillo.

Pero no es la única reclamación de los huéspedes pues, en otra ocasión, unos huéspedes alojados en la misma habitación se quejaron porque el huésped de la habitación superior había estado toda la noche dando golpes, gritando y moviendo muebles. Para su sorpresa, justo encima de su habitación se encuentra el tejado, por lo que fue imposible que hubiese nadie arrastrando muebles encima de ellos.

Pero también ha producido anécdotas bastantes divertidas. En una ocasión se alojaron en la habitación 23 un grupo de personas atraídas por el mundo paranormal, colocando durante la noche en la escalera diferentes aparatos para capturar fantasmas. No obstante, en mitad de lo noche salieron del cuarto los huéspedes de la habitación 22, quienes no sabían nada de lo que se había preparado. En ese momento, todos los sensores de movimiento se activaron causando un gran caos en el torreón.

La situación se volvió tan conocida que Iker Jiménez lo analizó en su programa Cuarto Milenio. El periodista, además contó que en el Parador tuvo un sueño lúcido en el que aparecía una niña de unos cuatro años cerca de su cama. Lo asombroso del suceso es que un compañero suyo tuvo el mismo sueña aquella misma noche.

De esta forma el Parador de Jaén ha forjado su propia leyenda, invitando a multitud de curiosos a descubrir sus bellos rincones y, a los más atrevidos, a experimentar qué se siente al alojarse en las habitaciones 22 y 23.

sábado, 2 de febrero de 2019

EL FANTASMA DECAPITADO DE LA IGLESIA DE SAN GINÉS

En la calle Arenal de Madrid se encuentra uno de los edificios de mayor valor histórico de la ciudad: la iglesia de San Ginés.
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Esta iglesia se levantó junto a un arroyo en el que desembocaban todos los riachuelos que recorrían Madrid. Se cree que originalmente el edificio fue una mezquita que, a lo largo de los años, sufrió diferentes reformas y derrumbes dando lugar a la construcción que actualmente se puede observar.

Pero, aparte de ser un edificio religioso, esta iglesia oculta en su interior una oscura leyenda que se originó en el año 1353.
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Durante el reinado de Pedro I el Cruel, unos ladrones entraron en la iglesia de San Ginés para saquear cualquier objeto de valor: cálices, ornamentos, joyas… No obstante, durante su faena vieron a un anciano que estaba orando, y de cuya presencia no se habían percatado al entrar al templo. En ese momento, los ladrones le agredieron con total brutalidad, asesinando al pobre anciano cuyo cuerpo fue encontrado a la mañana siguiente rodeado de un reguero de sangre y con la cabeza separada del cuerpo.

El barrio quedó totalmente conmocionado ante tal atroz crimen, pero poco a poco la tristeza dio paso al terror cuando, según testigos, una sombra sin cabeza apareció durante días en la iglesia para denunciar a quienes habían acabado con su vida de forma tan salvaje. Los culpables fueron capturados y condenados a muerte.

Los vecinos pensaron que, tras haber ajusticiado a los malhechores, el espíritu del anciano encontraría el descanso, pero el fantasma decapitado de San Ginés continuó apareciéndose en la iglesia.

Este espíritu ha continuado manifestándose a lo largo de los siglos hasta llegar a nuestros días donde, algunos testigos, siguen relatando haberse sentido vigilados, o incluso haber presenciado la sombra de un hombre sin cabeza.

A dichos testimonios se han unido los de algunos mendigos que se alojaban junto al portón de la entrada, quienes cuentan cómo han podido escuchar ruidos extraños procedentes del interior de la iglesia cuando esta se encuentra cerrada, o la sensación de que alguien observa. Según cuentan, una noche unos gamberros comenzaron a molestarles; en ese momento escucharon unos fuertes golpes en el portón, como si alguien lo golpease enfadado, que asustaron a los gamberros. A la mañana siguiente, cuando el cura llegó a la iglesia, los mendigos le dieron las gracias por haber asustado a los gamberros; no obstante, el cura les dijo que la iglesia había permanecido vacía toda la noche y que nadie había podido dar aquellos golpes de los que los mendigos hablaban. Aquellas palabras dejaron a los mendigos totalmente sorprendidos y asustados, aunque también agradecidos por aquella presencia que había acudido en su ayuda.

Quizás el fantasma decapitado de San Ginés quedó atado para siempre a la iglesia donde salvajemente perdió la vida, o quizás eligió quedarse allí para proteger a otros de posibles malhechores y evitar vivan el desgraciado destino que él sufrió.