miércoles, 31 de octubre de 2018

EXPERIENCIA PARANORMAL I


Mi mejor amigo siempre ha pasado los veranos en una casa de campo. Es una casa de dos plantas con jardín y piscina. Una noche de julio de 2016 estuve en su casa jugando a videojuegos. Al acabar, alrededor de las 2 de la noche, me despedí y me dirigí al coche para regresar a mi casa. Desde la puerta de su casa a la puerta de la valla que rodea el recinto hay un camino empedrado que pasa por delante del jardín y de la piscina. El terreno está iluminado por unas balizas por lo que de noche puedes caminar sin miedo a tropezarte con algún objeto. Pero aquella noche todo fue diferente. Cuando estaba cerca de la puerta de salida sentí un escalofrío que me recorrió toda la espalda y que me hizo sentir muy incómodo. Inconscientemente, miré a la piscina encontrándome con una oscuridad muy densa a pesar de haber cerca un par de balizas y, en medio de la oscuridad, vi algo con la forma de una anciana que me puso los pelos de punta mirándome y sonriendo de forma siniestra y cruel. Nunca había sentido tanto miedo y, sin poder evitarlo, salí corriendo, me metí en el coche, eché el seguro y me fui de allí lo más rápido posible sin atreverme a mirar por el retrovisor por miedo de ver aquella silueta en mitad del camino. Tal fue la tensión que aquello me produjo que esa noche me metí en la cama con muy mal cuerpo y tuve bastantes pesadillas. No obstante, preferí no contarle nada de lo sucedido a mi amigo.

A lo largo del verano volví a la casa de mi amigo, algunas veces solo y otras veces con más amigos. Y en varias ocasiones pude volver a sentir aquella sensación que me hacía sentir incómodo y me obligaba a irme de allí como si algo me robase la energía positiva.

Una noche de agosto de 2017, quedamos algunos amigos para cenar allí. Nos encontrábamos en el jardín hablando mientras se preparaban las pizzas cuando, de repente, una amiga se quedó quieta mirando a un punto cerca de la piscina, concretamente la zona donde yo había divisado aquella figura. Al ver su extraña reacción le preguntamos que qué le sucedía y nos respondió que no se sentía segura allí fuera, que quería pasar a la casa y que le daba igual que la acompañásemos a la casa o no, pero que ella no iba a estar más tiempo allí. Aquello me puso mal cuerpo pues nunca le había hablado a nadie de lo que me había sucedido. Aquella misma noche, aprovechando que los padres de mi amigo no estaban, nos quedamos a dormir allí. En mitad de la noche escuché un fuerte golpe en una de las persianas del piso de abajo y, a continuación, un sepulcral silencio. Me quedé escuchando atentamente mientras mi corazón latía con fuerza. Pensé fingir que no lo había oído, pero uno de mis amigos dijo:-¿Habéis oído eso?-Respondí que sí. Todos habíamos oído aquel golpe pero no sabíamos qué hacer. Entonces pudimos escuchar a su gato maullando desesperado por lo que encendimos todas las luces de la casa y la recorrimos de arriba abajo pensando que se había colado alguien, pero allí no parecía haber nadie aparte de nosotros. Tras tranquilizar al animal, que nos costó bastante tiempo, volvimos al piso de arriba y nos volvimos a meter en nuestras respectivas camas. Pero, de repente, sentí un frío muy incómodo y pude notar aquella misma sensación que cuando vi por primera vez aquella silueta, pero me obligué a no pensar en ello y dormirme.

A la mañana siguiente decidí contarles todo a mis amigos. En ese momento, mi amigo me miró seriamente y me dijo que él también había tenido la sensación de que había alguien más que nos vigilaba, exactamente en el mismo punto que yo. Y él también notó esa repentina bajada de temperatura en la habitación. Pero aquello no quedó ahí, pues confesó que siempre ha sentido que en su terreno hay algo que no debería estar y que siempre le ha causado terror. Además, nos contó algunas cosas extrañas que le habían ocurrido allí a lo largo de su vida y a las que no había sabido dar explicación.

El 31 de octubre de 2017 celebramos la fiesta de Halloween en aquella casa, pues hacerlo en una casa a las afueras crearía mejor ambiente. Pasamos un buen rato sin sentirnos incómodos en ningún momento. No obstante, en un momento dado, el gato se puso algo nervioso como si le incomodase algo, aunque no le dimos importancia. Fue una noche bastante divertida. En un momento dado, una de mis amigas salió de la casa para ir a buscar algo al coche. Al cabo de un rato la oímos llamarnos a gritos, por lo que fuimos corriendo y la encontramos temblando de miedo. Nos dijo que al ir a abrir la puerta de la valla para salir e ir al coche escuchó un ruido y, al darse la vuelta, pudo escuchar una risa cruel en medio de una oscuridad espesa. Estuvimos buscando por la zona pensando que, tal vez, alguien se había colado y pretendía gastarnos una broma por ser la fecha que era, pero no parecía haber nadie más allí. No obstante, teníamos la sensación de que alguien nos vigilaba constantemente. Nos dispusimos a volver a la casa y seguir con la fiesta cuando escuchamos unas pisadas entre unos árboles seguidas de unos golpes que no supimos identificar. Tal fue la tensión que se creó en ese momento que decidimos terminar la fiesta y marcharnos a nuestras casas.

Afortunadamente, desde aquella noche no hemos vuelto a sentir nada extraño allí. No obstante, todos estamos seguros de que haya lo que haya sigue allí esperando el momento para regresar y alimentarse de nuestros miedos.

lunes, 29 de octubre de 2018

RELATO III


Eres un cobarde-le grité a mi hermano pequeño.
-No soy un cobarde. Es sólo que no quiero jugar...
-Es sólo una estúpida tabla con unas estúpidas letras y unos estúpidos números pintados encima. ¿De qué tienes miedo? ¿De la letra O?
Realmente sí estaba asustado, pero no iba a reconocerlo. No delante de mí. Así que volvió a bajar al sótano donde estaba reunida con mis amigos alrededor de un tablero de madera. Cuando le quedaba un escalón, dudó, pero al ver que todos los presentes le miraban sin parpadear, dio el último paso. Ya estaba allí y no había vuelta atrás. Se acercó al círculo y se sentó a mi lado.
Miré a todos los presentes uno a uno, a quienes había convencido para realizar aquella sesión. Desde que nos mudásemos a aquella casa mi hermano y yo habíamos escuchado extraños ruidos en el sótano y quería saber qué demonios sucedía.
-Empecemos-ordené.
A modo de respuesta, uno de los presentes encendió un par de velas y una rama de incienso y apagó la luz del sótano. La oscuridad, ligeramente iluminada por la luz de las dos velas, nos envolvió. Puse el dedo índice sobre el vaso que estaba bocabajo en el centro del tablero y los demás hicieron lo mismo. Miramos a mi hermano que, tras tragar saliva, nos imitó.
Cerré los ojos, tomé aire y realicé la primera pregunta:-¿Hay alguien aquí?
Los segundos pasaron sin que ocurriese nada, así que volví a repetir la pregunta varias veces. Nada. El vaso seguía en su lugar. Lo único que se movía eran las llamas de las velas que bailaban deformando nuestras sombras.
-Menudo timo... Esto es una chorrada-dijo una chica.
-Sí... Mejor lo dejamos...-respondió mi hermano con el temor claramente reflejado en su voz.
Justo cuando nos disponíamos a abandonar el “juego”, un extraño olor apareció en el sótano ocultando bruscamente el olor del incienso. No era el olor de las tuberías. No era el olor de la humedad de las paredes. No era ningún olor que hubiese olido antes en aquel sótano. Pero no fue lo único que cambió allí, pues la llama de las velas comenzó a agitarse más, como si hubiese una pequeña corriente cerca. Pude notar la tensión en el ambiente, pues nadie se atrevía a respirar o a pestañear. En el fondo no quería hacerlo, pero repetí la pregunta:-¿Hay alguien aquí?
Automáticamente, como si hubiese una especie de imán, el vaso se movió hacia una esquina en la que aparecía “Sí”.
-¿Cómo te llamas?
El vaso volvió a moverse: I-R-E-N-E
-Irene, ¿cómo moriste?
El vaso no se movió.
-Irene, ¡cómo moriste!
Y el vaso se negó a moverse una vez más.
Volví a abrir la boca para realizar una nueva pregunta, pero uno de mis amigos se adelantó y dijo:-Esto es un rollo. Seguro que era una furcia que murió de sífilis-y quitó el dedo del vaso.
-¡Qué haces! ¡No!-grité.
En el momento en el que el chico dejó de tocar el vaso, este se llenó con un extraño humo oscuro y él se desplomó en el suelo, las velas se apagaron y la puerta del sótano se cerró de golpe.
-Un mechero. ¡Rápido!-gritó una chica.
Pude escuchar en la oscuridad el sonido de la piedra del mechero hasta que, finalmente, se encendió para compartir su llama con las velas. El chico estaba convulsionando en el suelo. Quise gritar. Quise correr. Quise pedir ayuda, pero no podíamos soltar el vaso.
Entonces, sin previo aviso, el chico comenzó a flotar en el aire con los ojos en blanco y la boca cubierta de espuma. El vaso salió despedido y se estrelló contra una pared. El tablero se partió por la mitad. Todos gritamos. El chico cayó al suelo y comenzó a convulsionar de nuevo hasta que se detuvo.
Todos nos quedamos en absoluto silencio. De pronto, comenzó a hablar con voz de mujer. Pero no era una voz normal, era una voz cavernosa.
-Estúpidos idiotas, habéis roto mi descanso eterno. Habéis interrumpido la paz que en vida no tuve. ¡Por ello ahora no habrá ni paz ni descanso para vosotros!
Todo pasó muy rápido. El chico, poseído por el enloquecido espíritu de aquella desgraciada mujer, se abalanzó sobre uno de los allí presentes y le mordió la yugular con una fuerza sobrehumana. No tuvo tiempo de intentar defenderse. Ni si quiera tuvo tiempo de gritar. Antes de que pudiésemos reaccionar, había muerto.
El chico. No. La bestia desenfrenada en la que se había convertido cogió un trozo de cristal del vaso roto y se lanzó contra su mejor amigo. Le clavó el cristal en la cara repetidas veces haciéndole dolorosos cortes. Le arrancó los ojos y se los comió.
Mi hermano salió corriendo, pero la puerta estaba cerrada. Luchó con el picaporte, pero no era capaz de abrirla. La golpeó. Gritó. Tiró con todas sus fuerzas del picaporte. Nada.
Se giró sólo para ver cómo el chico poseído se abalanzaba como un animal sobre él y le tiraba escaleras abajo. Le cogió, le arrastró y le situó justo delante de mí. Nunca podré olvidar la cara de horror de mi hermano. Y nunca podré olvidar su mirada llena de lágrimas y su voz culpándome justo antes de que esa bestia le rompiese el cuello. El sonido resonó en mi cabeza una y otra vez. Me quedé completamente en shock. Me tiré del pelo. Me arañé la cara y chillé. Chillé como nunca. Y mientras yo estaba allí comportándome como una histérica, mis amigos morían uno a uno hasta que sólo quedamos él y yo. Me miró fijamente y pude oler su putrefacto aliento. Entonces pude ver que en sus muñecas aparecían roces producidos por una soga, como si hubiese estado maniatado durante mucho tiempo. Por su rostro aparecieron diversos moratones como si le hubiesen golpeado. Y, de repente, apareció el fuego. No sé explicar de dónde surgió, pero el que había sido mi amigo comenzó a arder. El calor fue insoportable. El hedor de la carne quemada no fue mejor. Pero, sin duda alguna, lo peor fue el chillido de dolor de mi amigo. Pude escuchar su voz suplicando que le ayudase. Pero no era lo único que escuchaba, pues la risa de una mujer resonaba por el sótano con cada vez más fuerza hasta que él murió y el fuego se extinguió de golpe. Me horrorizó la expresión que había quedado en su cara.
Entonces la vi. Una sombra en la pared. Una sombra muy alargada que me causaba pavor. Las velas se apagaron sumiéndome en la oscuridad. En ese momento noté una corriente de aire frío y nauseabundo que me atravesaba. Sentí un fuerte dolor como si me hubiesen atravesado con un cuchillo. La puerta del sótano se abrió y la luz se encendió sola. Y yo me quedé allí durante horas hasta que llegaron mis padres.
Me encontraron allí sentada con la mirada perdida, encontraron todos los cadáveres y el tablero de la ouija justo en medio de aquel caos.
Había sido mía la idea de realizar una sesión de ouija con unos amigos y con mi hermano. Mi pobre hermano… Fue culpa mía que muriese.
Tarde tiempo en volver a la realidad, tardé tiempo en salir de mi enajenación mental.
Tal era mi cabezonería y mi interés por lo sobrenatural que pensé que realizar una ouija era una gran idea para comunicarme con el ente que, antes que nosotros, vivía en aquella casa. Y aquel fue el resultado de mi magnífica idea: mis amigos muertos, mi hermano muerto, y un portal que había quedado totalmente abierto. Y yo sabía que esa maldita mujer, Irene, se había metido dentro de mí. Sólo era cuestión de tiempo que me poseyese del todo. No lo podía permitir.
Por suerte, he encontrado una solución para deshacerme de ella, para dejar de culparme por todo, para dejar de sufrir. Por ello me encuentro de nuevo en el sótano de mi casa. Noto como el nudo se va acercando a mi nuca y la soga apretando mi cuello cada vez más. Miro el lugar en el que realicé aquella estúpida sesión de espiritismo. Es lógico que lo que allí empezó allí termine. Sonrío y me muevo. El taburete en el que estoy se cae y me quedo suspendida en el aire. Duele. Pero sólo será un momento. Pronto poder descansar en paz. Si Irene me lo permite...

domingo, 21 de octubre de 2018

EL MONASTERIO DEL DIABLO

Situado en un cerro a pocos kilómetros de Carmona (Sevilla) se encuentran los restos de un monasterio que se construyó en 1620 para una congregación de monjes. Este lugar, con el tiempo, se convirtió en un internado donde los novicios se iniciaban en ese estilo de vida.
Los monjes cultivaron una huerta con la que abastecían sus necesidades aunque, a pesar de situar el pozo cerca de un acueducto subterráneo, sufrían la carencia del agua y ello le producía severos problemas de sustentación.

Durante la Guerra Civil, tal era el hambre que pasaban estos monjes, que durante la noche se colaban en las fincas cercanas para robar comida. Este acto fue descubierto finalmente y, los monjes, denunciados. Por ello, el monasterio fue cerrado y los frailes repartidos por otros monasterios. De esta forma, el edificio quedó completamente abandonado.

Pero este monasterio creó su propia leyenda. Según esta historia, una noche un fraile se levantó una noche hambriento, por lo que se dirigió a la despensa donde colgaban la carne de grandes ganchos. Al llegar allí, vio a otros frailes muertos, colgados de dichos ganchos y, al fondo de la sala, el Diablo que, declarándose autor de aquella masacre, ordenó a aquel fraile contarle a todo el mundo lo que en el convento había sucedido. Actualmente, es posible encontrar esos ganchos en la alacena del edificio. Esta leyenda hizo que el lugar pasase a ser conocido como “El monasterio del Diablo”. No obstante, hay quien cree firmemente que la verdad oculta tras la leyenda es que fue este fraile el que asesinó de forma cruel y despiadada a sus compañeros.

En una ocasión, la empresa turística “Adarve” organizó una ruta nocturna al convento para explicar su historia y su leyenda.
Tal fue la intriga y el misterio que envuelven ese lugar, que acudió a esa visita nocturna un gran número de espectadores. Los turistas fotografiaron todo lo que se encontraba a su alrededor y, para su sorpresa, en varias fotografías aparecían pequeños orbes.

Este hecho despertó el interés de la gente por visitar este lugar. Hay diferentes testimonios que cuentan que dentro del edificio las linternas comienzan a fallar, y que recorriendo sus oscuros pasillos han podido oír lamentos o voces entonando un canto gregoriano, además de sombras y bruscos descensos de la temperatura. Diferentes personas han realizado psicofonías en las que se han captado voces que ordenaba a los visitantes que se marchasen. Además, hay quien asegura haber captado siluetas de monjes o la cabeza de una cabra al tomar fotografías del interior del lugar.

Quizás debido a la leyenda y al nombre que recibió a partir de ella, diferentes grupos satánicos se han reunido en el monasterio abandonado para realizar rituales de magia negra y practicar la ouija. Es, por ello, posible encontrar estrellas de cinco puntas pintadas en las paredes, restos de animales usados para el sacrifico o velas negras.

El monasterio de Carmona es un lugar que encierra una tragedia cuyas víctimas han quedado atrapadas entre sus muros obligadas a vagar eternamente.

lunes, 15 de octubre de 2018

CASA ENCANTADA DE TOLEDO



Cerca de la plaza de San Lucas, en Toledo, se ubicaba esta casa que, entre 1985 y 1989, hizo vivir a un matrimonio las experiencias más espeluznantes de sus vidas. El matrimonio, destinado en Toledo, buscaba una casa en el casco antiguo, casa que pudieron encontrar cumpliendo su sueño.

Pero, desde el momento en el que empezaron a vivir en dicha casa comenzaron a sentir que no estaban solos, que había alguien más en la casa a quien no podían ver, una sensación constante que no parecía desaparecer.

En una ocasión, la mujer se encontraba planchando en una habitación en la que hacía más frío, y pudo notar cómo alguien la observaba, por lo que se giró esperando encontrar a alguien, pero allí no había nadie. Siguió con su labor cuando volvió a notar esa sensación y, de repente, alguien le movió el pelo por detrás de la oreja. Tal fue el susto que se llevó la mujer que salió corriendo de la casa incapaz de volver a entrar sola.

En otra ocasión, en la casa apareció un fuerte olor a podrido sin motivo alguno. El matrimonio buscó por toda la casa el origen de ese mal olor sin saber qué podía, y pensando que podía tratarse de la basura o de las tuberías, hasta que encontraron que un punto de la escalera era la fuente de tal mal olor. Pero, de repente, el hedor, desapareció de golpe sin dejar rastro, lo que les resultó muy extraño e inexplicable.

Una noche, el matrimonio se acababa de acostar cuando se dieron cuenta de que la luz del pasillo estaba encendida, por lo que el marido se levantó y la apagó. En ese momento, se encendió la luz de otra estancia, y el hombre la apagó para encontrar que se había encendido una nueva luz. Tras repetir esta operación, el hombre, enfadado, bajó al sótano y, tras quitar los plomos, regresó al dormitorio. En ese momento, se encendieron todas las luces de la casa con tal intensidad que les dañó las retinas.

La pareja estuvo una temporada en la casa de unos amigos mientras se recuperaban del daño producido en las retinas. En aquel momento, comenzaron a pensar en mudarse de la casa en la que vivían, pues aquella situación resultaba absolutamente insoportable.
No obstante, antes de mudarse a otro lugar, sucedió algo que horrorizó a la mujer. El hombre, como habituaba a hacer, dejó una nota a su mujer en una mesa firmada como "tu ratoncito". Cuando la mujer llegó a la casa y encontró la nota vio que, para su asombro, había un ratón momificado en el papel, concretamente encima de la firma. Aquello fue algo que no supieron explicar.
Tras varios años sin dar testimonio de estos sucesos
, cuando estaban viviendo en otro lugar, el matrimonio decidió contactar con el "Grupo Hepta", quienes son expertos en la temática paranormal, y quienes realizaron una serie de psicofonías en la antigua casa. En una de esas psicofonías, se podía escuchar a unas mujeres gritando "cerdos, asesinos, fascistas". Tras escuchar dicha psicofonía, investigaron y descubrieron que en esa casa vivía un grupo de mujeres republicanas y que el bando fascista fusiló al hijo de una de ellas. Además, descubrieron que este joven fue fusilado de espaldas. Esto podría explicar que su espíritu, al no ser consciente de que había muerto, regresó a la casa donde permaneció durante años.

Tras la marcha de la pareja de esta casa, el inmueble fue abandonado. No obstante, sirvió temporalmente de alojamiento a unos okupas aunque, por razones que se desconocen, se marcharon rápidamente sin que se les volviese a ver en la zona.

Algunos años más tarde, la casa fue derribada debido a su mal estado. Actualmente, hay en su lugar unas viviendas, aunque sus habitantes aseguran no haber vivido ningún suceso paranormal. No obstante, en la planta baja hay una oficina del INE en la que, algunos empleados aseguran sentir una extraña fuerza que les repele en un punto concreto del edificio, justo donde se realizó aquella psicofonía.

sábado, 6 de octubre de 2018

EL FANTASMA DE LA BIBLIOTECA MIGUEL DE CERVANTES DE EL VISO DEL ALCOR


El Viso del Alcor (Sevilla) es un tranquilo municipio donde se encuentra la Biblioteca Miguel de Cervantes.
Es en este lugar donde en agosto de 2013 unas amigas acuden a estudiar una noche, tras pedir previamente la llave del edificio a la Policía Local. Al llegar, una de las chicas decide tomar una fotografía para anunciar por las redes sociales que tenían la sala de la biblioteca preparada para pasar la noche estudiando. En dicha foto se pueden ver varias golosinas y los apuntes. Pero en dicha imagen también se puede ver una silueta masculina que no correspondía a nadie que se encontrase en dicha sala pues no había nadie más en la biblioteca aquella noche.
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No obstante, este no es el único suceso extraño que ha tenido lugar en la biblioteca pues tiempo antes de ser tomada dicha fotografía algunos estudiantes pudieron escuchar pasos a pesar de no haber nadie más allí, ver siluetas por los pasillos, sentir voces o escuchar golpes en los cristales. Además, comienzan a sentir tensión en el ambiente por lo que, al sentirse incómodos, deciden marcharse de allí. Del mismo modo, en diversas ocasiones la policía ha acudido a la biblioteca al denunciar los estudiantes que se había colado alguien en el edificio para, finalmente, descubrir que allí no había nadie más.

Un joven declaró que una noche acudió a estudiar aprovechando que iba a estar sólo y no le iba a molestar nadie. Por tal motivo, el chico pidió la llave de la biblioteca. En un momento dado, encontrándose allí, el chico decide salir a tomar el aire dejando su material de estudio en la mesa y cerrando la puerta con llave. Al volver, según su testimonio, dicho material estaba colocado de una forma diferente a la que él lo había dejado siendo imposible que nadie hubiese entrado allí. Tras este suceso, el joven recogió sus cosas y se marchó. Asegura, además, que no ha sido capaz de volver a la biblioteca por miedo.

Del mismo modo, en agosto de 2012, un año antes de que la fotografía fuese tomada, una chica que se encontraba allí estudiando comenzó a escuchar fuertes golpes en la puerta inferior por lo que, asustada, llamó a unos amigos para que fuesen a buscarla porque era incapaz de moverse de su sitio por el miedo.

Diferentes personas han intentado buscar una explicación a estos sucesos y, la más sonada, explica que un hombre se ahorcó cerca de la biblioteca, lo cual explicaría dichos fenómenos. No obstante, no ha sido posible confirmar que dicho suicidio se cometiese realmente.

El programa de investigación paranormal “Zona Oculta” dedicó un par de programas a este caso en el que investigaron el origen de dichos sucesos inexplicables tratando de encontrar su origen.
Zona Oculta


Los investigadores aseguran haber pasado miedo durante la investigación. Además, comenzaron a sentir frío a pesar de ser verano y de que el aire acondicionado estaba apagado.
Uno de los miembros del equipo, Javier Lobato, realizó una prueba en la que, quedándose solo en la sala donde se tomó la fotografía y con la única compañía de una cámara, una grabadora, un termómetro y tres velas que iluminaban la sala, trató de contactar con la identidad que merodea por la biblioteca.
Es durante esta investigación cuando el investigador comienza a sentir que alguien le observa y a sentir una fuerte presión en la cabeza que le incomoda. Además, en momentos puntuales la llama de alguna de las velas se movía de forma extraña a pesar de no haber ningún tipo de corriente en la sala. A parte de eso, mientras Javier Lobato realizaba diferentes preguntas, se pudieron captar golpes en la sala. Así mismo, el investigador asegura que pudo escuchar en varios momentos pasos subiendo la escalera cuando, realmente, nadie estaba allí, así como el descenso de la temperatura, que se reflejó en el termómetro.

Tras la investigación el equipo de Zona Oculta no pudo llegar a una conclusión clara aunque están seguros de que la biblioteca Miguel de Cervantes tiene mucho más que ofrecer y que el ente que pasea por sus pasillos les hará regresar al Viso del Alcor.