Sean ciertos o no estos
rumores, muchos niños con distintos trasfondos familiares crecieron allí sin
sospechar que serían testigos de una horrible tragedia que tuvo lugar la noche
del 18 de agosto de 1947. Debido a las altas temperaturas que se alcanzó ese
día, explotaron cientos de minas submarinas de la Segunda Guerra Mundial
supuestamente desactivadas que se almacenaban en un polvorín situado en este
barrio. La explosión fue de tal magnitud que lo único que quedó en pie de la
Casa Cuna fueron los paredones principales.
Las ruinas del edificio
quedaron en pie hasta que en 1956 se ordenó la construcción de un nuevo
edificio que albergaría un colegio femenino donde las alumnas permanecían
internas. Pero los problemas no tardaron en aparecer pues las estudiantes
comenzaron a hablar de las extrañas situaciones que vivían por las noches:
ruidos siniestros, objetos que cambiaban de lugar, sombras de niños que
recorrían los pasillos de madrugada, puertas y ventanas que se abrían y cierran
solas, pero lo que más les aterraba era la fantasmal presencia de una monja.
Durante aquellos años, muchos grupos de alumnas realizaron sesiones de
espiritismo que estuvieron acompañadas de voces y llantos de niños.
Los rumores de los fantasmas
que habitaban en el edificio continuaron hasta que quedó abandonado a
principios de la década de los 90. Tras ello, una pequeña parte del inmueble se
utilizó como sede de la emisora de Radio Juventud y, más tarde, como sede de
Radio Onda Litoral. Debido al nuevo uso del edificio, se contrató a personal de
seguridad que vigilaba el edificio tanto de día como de noche. Estos empleados
fueron testigos de los mismos sucesos que las alumnas del colegio femenino, que
aumentaron en intensidad con el tiempo, tales como escuchar carreras, risas,
gritos y llegar a ver a un par de niños con ropa de otra época cruzar un
pasillo.
Actualmente, el edificio
alberga la oficina del INEM. Aunque durante un tiempo se trató de ocultar
los posibles fenómenos paranormales, estos rumores volvieron a salir a la luz
gracias al testimonio de las empleadas del servicio de limpieza, que reiteran
lo vivido por los miembros del servicio de seguridad.
La Casa Cuna sigue siendo un lugar con muchos misterios por descubrir.
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