Todas las personas estamos rodeadas de buenas y malas energías que nos
benefician o perjudican en nuestro día a día dando buena o mala suerte en
distintas situaciones. A menudo, la mala energía aparece por pasar un momento
de mayor debilidad emocional. Pero otras veces, esa energía negativa y dañina
está asociada al mal de ojo.
El mal de ojo es la proyección de
energía negativa y dañina que una persona realiza sobre otra, normalmente por
envidia, como si se tratase de una maldición, pudiendo provocar en la persona
afectada u “ojeada” desde episodios de mala suerte hasta desgracias y
enfermedades. En casos muy extremos puede llegar a producir hasta la muerte.
Aunque el mal de ojo se realiza de una persona sobre otra a través de la
mirada, según como se haya producido este suceso, se puede clasificar de tres
formas distintas:El primero y menos nocivo es el mal de ojo que se produce de forma
inconsciente cuando una persona siente algún tipo de envidia sobre una persona,
pero no es su verdadera intención dañarla. Estos sentimientos producen la emisión
de energía negativa leve que termina alcanzando a la persona ojeada.
El segundo tipo, bastante dañino, es el semiconsciente y que lo producen
personas que, sin saber que son capaces de realizar males de ojo, maldicen y
miran con rencor a muchísimas personas de su entorno por sentir una fuerte
envidia contra ellas.
El último tipo, y que es realmente nocivo, es el que se realiza de
manera consciente, pues la persona que lo realiza sabe que puede hacerlo y
busca dañar a quien maldice.
Cuando una persona ha sido ojeada suele presentar síntomas que le hacen
saber que algo no va bien, ya sean dolencias físicas (dolor muscular u óseo,
dolor de cabeza, cansancio o pérdida de fuerza) o dolencias mentales: constante
tristeza que puede desembocar en una profunda depresión, insomnio, trastornos
alimentarios o incluso tendencias suicidas).
Además, estos síntomas pueden ir
acompañados de continuos episodios de mala suerte que pueden variar su
gravedad: desde perder un objeto o suspender un examen, a sufrir pérdida de
cabello, aparición de herpes, e incluso sufrir graves enfermedades, accidentes o la muerte de una
mascota o un ser querido.
Aunque todas las personas pueden ser propensas a ser víctimas de mal de
ojo, cuya efectividad variará en función del estado de ánimo y la fortaleza
física y espiritual de la persona ojeada, quienes son más propensos a sufrir
sus consecuencias son los niños ya que sus almas son más débiles y son
incapaces de protegerse.
No obstante, padecer alguno de estos síntomas no tiene por qué estar
relacionado exclusivamente con el mal de ojo, por lo que existen varias formas
para saber si una persona sufre este mal:
Un método bastante sencillo es poner un poco de aceite de oliva en el
dedo corazón y dejar caer unas gotas en un vaso de agua. Si las gotas de aceite
se dispersan, la persona tiene mal de ojo. Pero si las gotas se mantienen
juntas, la persona estaría limpia.
Otro método consiste en llenar medio vaso de agua y poner un pelo de la
persona cuyo resultado queremos saber. A continuación, se añadirán unas gotas
de aceite encima del cabello y se dejará reposar durante casi media hora. Si el
aceite se mantiene en la superficie, la persona está limpia, siendo el
resultado contrario si el aceite se hunde hasta el fondo del vaso.
Otra fórmula consiste en poner un recipiente con sal y vinagre debajo de la
cama de la persona afectada, dejando que la mezcla actúe durante tres días. Una
vez pasado ese tiempo, debemos preocuparnos si la sal se ha desbordado del
plato.
También es útil llenar un recipiente con unas gotas de alcohol que debe
ser prendido. La persona afectada debe tirar al fuego algunos granos de sal
gorda. El resultado será positivo si el fuego produce fuertes chasquidos.
Afortunadamente, existen remedios tradicionales que han pasado de
generación en generación para enfrentarse al mal de ojo.
Uno de ellos consiste en pasarse un huevo por todo el cuerpo pensando en
expulsar la energía negativa para que el huevo la absorba y, a continuación
romper el huevo y verte el contenido dentro de un vaso con agua.
Otro hace uso de la sal, pues en un ingrediente que se cree que atrae
las buenas energías. Por ello, cerrando el puño alrededor de una pizca de sal,
hay que moverlo tres veces alrededor de la cabeza en el sentido de las agujas
del reloj.
Aparte de estos remedios caseros, hay quien prefiere usar amuletos como
protección para eliminar las malas energías. Algunos de estos amuletos son la
mano de Fátima, el nazar o el cornicello. Las personas pueden llevar estos
amuletos encima (en colgantes o en pulseras) o bien colocarlos en lugares
estratégicos de la casa.