A inicios del siglo XX, la familia Bayón fue una familia que, aunque originaria de León, se trasladaron a Asturias en busca de trabajo, conocedores de las opciones de poder trabajar en las minas o el campo. De esta forma, esta familia se asentó en el pueblo de Rayán, situado a unos 30 kilómetros al sur de Oviedo.
La familia comenzó a
prosperar, pero toda la buenaventura pareció desaparecer con el nacimiento en
1925 de Juan, el decimotercer hijo del matrimonio.
La pesadilla comenzó para la familia Bayón cuando, una noche Juan comenzó a llorar desconsolado. Al llegar a la habitación para ver qué le ocurría al pequeño pudieron ver cómo la cuna se movía sola, como si una mano invisible la meciese. Desde ese momento, todas las noches sobre la misma hora se desarrollaba el mismo fenómeno sobre la cuna. Pero eso no fue todo, ya que la pesadilla acababa de empezar para la familia. Asustado, el padre de familia acudió a casa de un vecino a pedir ayuda quien, al ver por sus propios ojos el fenómeno, trató de parar el movimiento de la cuna, siendo arrojado con violencia por una fuerza invisible, como si alguien no quisiese que se acercase allí.
A partir de entonces, los
fenómenos se agravaron y la familia tuvo que convivir con fuertes golpes en las
paredes, portazos, ventanas que se abrían o cerraban produciendo mucho ruido, muebles que se movían solos, objetos que desaparecían de
una estancia de la casa y aparecían en otra e incluso lamentos o gritos. Pero lo más grave sucedió cuando
dentro de la casa comenzaron a llover piedras. Aparentemente, todo parecía
indicar que alguien las estaba lanzando desde el exterior de la casa, pero no
había ninguna ventana abierta o cristal roto por el que las piedras pudiesen
entrar al interior del hogar.
Durante mucho tiempo, no sólo los vecinos del pequeño municipio de Rayán fueron testigos de aquellos sucesos, sino que en una ocasión la Guardia Civil se presentó en el domicilio pudiendo presenciar aquellos sucesos sin poder encontrar una explicación racional.
Una noche, la madre de familia se despertó al sentir una voz que desde la habitación de Juan parecía llamarla. Al llegar al dormitorio del pequeño, la mujer se topó cara a cara con un ente que le indicó que debía ir a Camplongo, un pueblo de León, para encargar unas misas y unas velas. Poco se sabe de quién era aquel ente y por qué hizo aquel encargo, pero todo parece indicar que cuando la familia realizó la petición del ente, los sucesos pararon y no volvieron a repetirse.
Hay quien cree que el ente era la hermana de la matriarca, quien había fallecido en León y cuya alma no encontraba el descanso al no haberse cumplido una de sus voluntades, quizás la que la familia terminó realizando.
Fuese quien fuese el ente,
el fenómeno vivido por la familia Bayón ha sido calificado como uno de los fenómenos
poltergeist más impactante del siglo XX en España.