Encarnación Guardia Moreno fue una mujer que nació en Granada y que vivió en el barrio del Albaicín.
En 1989 tras haber pasado 8
años en Francia, decidió regresar a Granada. Debido al espíritu sumamente
religioso de su familia decidió guardar silencio sobre su embarazo, ya que no
quería que su familia la juzgase.
En ese tiempo, concretamente
en 1990, uno de sus tíos alega que en su casa se están produciendo distintos
fenómenos paranormales. El hombre alegaba que al sentarse en su butaca podía
sentir que alguien se sentaba con él. Con el tiempo los fenómenos fueron
cobrando mayor intensidad, por lo que la familia llamó a distintos curanderos
que pudiesen solucionar el asunto. Una curandera descubrió que se trataba de
José Guardia Alonso, hijo de aquel hombre (y primo, por tanto, de Encarnación).
El joven había fallecido en 1985 por culpa de la leucemia y su espíritu
permanecía en aquella casa. Por aquel motivo, la curandera optó por dar la
vuelta a todas las fotos del joven y quemar su ropa. Pero aquello no funcionó,
de modo que la familia contactó con otro curandero: Mariano Vallejo Fuentes,
más conocido en el barrio como “El Pastelero”.
Durante el ritual, en el que
toda la familia estaba presente, Encarnación entró en trance y de su boca salió
la voz de su primo, quien les pidió dejar el luto y realizar una comida que
habían prometido hacer si él se curaba. Sólo de aquella forma, el espíritu del
chico descansaría en paz. Por ese motivo, la familia salió de la casa, a
excepción de Encarnación que se quedó a solas con el curandero para hablarle
sobre su embarazo, por lo que el curandero decidió realizar un exorcismo
durante la noche, en el que también participaron Enriqueta e Isabel Guardia,
primas de Encarnación, y Josefa Fajardo, una sobrina.
Durante la noche, los allí
presentes, incluida Encarnación, comenzaron a realizar rezos para atraer el bien
y alejar el mal. Durante la madrugada comenzó el brutal exorcismo. Para
empezar, hicieron que Encarnación bebiese un vaso tras otro de un brebaje
compuesto por agua caliente, sal, zumo de naranja, aceite, vinagre y pimienta. La
mujer no fue capaz de tolerar aquel brebaje, por lo que comenzó a vomitar. Aun
así, siguieron obligando a la mujer a beber.
Durante la noche, la mujer tuvo
episodios en los que gritaba, convulsionaba, se retorcía adoptando posiciones
difíciles y su rostro mostraba muecas de auténtico odio. Además, comenzó a hablar
con voz gutural alegando no poder derrotarla por tratarse de la mujer de
Lucifer.
Empeñada en extraer la
semilla del demonio de su interior, Josefa calentó una aguja en el fuego y la
introdujo en la entrepierna de Encarnación sin ningún resultado, por lo que decidió
introducir la mano tanto por la vagina como por el recto de la mujer,
realizando importantes daños hasta encontrar lo que ella creyó que se trataba
del feto, extrayendo lo que en verdad era un trozo de intestino.
Tras aquel desagradable y brutal exorcismo, un familiar llegó a la casa encontrándose con las tres mujeres y al curandero rodeando el cuerpo amoratado de Encarnación sobre un charco de sangre, por lo que llamó a la ambulancia y a la policía. Encarnación falleció a causa de tal brutal ritual teniendo 36 años. Las participes en el exorcismo fueron detenidos y condenados a cinco años de prisión.
Pero el suceso no terminó con el fallecimiento de la mujer ya que cuando los forenses trataron de tomar fotos del cadáver en la morgue, sólo obtenían imágenes borrosas o veladas a pesar de usar distintas cámaras fotográficas. Pensaron que se debía a la mala iluminación de la morgue, pero siempre fue un misterio por qué no pudieron tomar fotografías claras de aquel cuerpo cuando no habían tenido aquel problema con anterioridad.
Actualmente, el caso sigue
siendo muy conocido entre los vecinos del Albaicín, aunque evitan hablar de
ello, convirtiéndose en un tema tabú.