En la localidad de Olivenza (Badajoz), se encontraba hasta el año 2008,
cuando fue trasladada a Cáceres, la reconocida Escuela Regional de Teatro y
Danza. Este lugar que hasta hace realmente poco ha sido lugar de estudio y
trabajo artístico de numerosos aficionados a las artes escénicas, fue
inicialmente un convento fundado en el siglo XVI.
Leonor Velha, una dama de la alta burguesía, decidió construir un
convento para la orden de las Hermanas Clarisas. Tras ellas, ocuparon el
religioso edificio un grupo de monjes hospitalarios de la Orden de San Juan de
Dios, por lo que el convento se transformó en un Hospital Militar. Durante años
fueron numerosos los soldados que fallecieron dentro de aquellos muros, bien
por las serias heridas producidas durante distintas contiendas, bien por la
dureza con la que las enfermedades les atacaba.
Por si aquellos cruelmente fallecidos no fuesen suficientes,
el edificio se convirtió en cuartel durante la Guerra Civil y, día tras día,
morían muchas personas fusiladas.
A finales del siglo XX el antiguo convento fue
restaurado para albergar la Escuela de Teatro y Danza donde, no sólo se impartían clases, si no que también se realizaban numerosas actuaciones.
Durante estas obras de rehabilitación gran cantidad de cadáveres de distintas épocas fueron encontrados, bien enterrados, bien emparedados, estos últimos probablemente fruto de los fusilamientos durante la Guerra Civil. El hecho de que estos cuerpos saliesen a la luz supuso el inicio de la pesadilla.
Durante años han sido numerosos alumnos y algún que
otro docente testigos de fenómenos inexplicables: el reloj de una de las aulas
de ensayo siempre se detenía cuando llegaba a una determinada hora, sombras
humanoides que recorrían los pasillos, voces, pisadas, caricias, ráfagas de
viento a pesar de no haber ninguna ventana abierta, o el sonido de un órgano
inexistente.
Una administrativa de la Escuela asegura haberse
asomado al pasillo en más de una ocasión al ver una silueta pasar, encontrando
el corredor vacío, o abrir la puerta porque alguien había llamado y que no
hubiese nadie al otro lado al abrir.
Una profesora cuenta que durante la preparación de una
obra de teatro puso escuchar el sonido de un piano en una sala que estaba
completamente vacía.
Otra profesora asegura que cada vez que acudía allí
para dar clase se sentía cansada, como si algo o alguien absorbiese su energía,
llegando incluso a perder peso.
Investigadores han podido vislumbrar en sus grabaciones
a personas con camisones de hospital y vendas en la cabeza. Y en las distintas
psicofonías grabadas se han podido captar quejidos y gritos.
Tras haber sido trasladada la Escuela de Teatro y Danza a Cáceres, se desconoce el destino del convento. Pero sea cual sea, seguirá siendo un lugar en el que el mundo paranormal seguirá deambulando.