domingo, 29 de mayo de 2022

LOS FANTASMAS DE LA FACULTAD DE FILOSOFÍA DE CÓRDOBA

En la plaza del Cardenal Salazar de Córdoba se encuentra la Facultad de Filosofía, un lugar donde cientos de estudiantes pasan las horas entre apuntes y seres procedentes de otro plano.



Se trata de un antiguo edificio del siglo XVIII que, en su origen, fue el Hospital de Agudos, aunque su origen era ser un colegio para los niños del Coro de la Catedral. Tristemente, debido a la epidemia de Peste Negra que hubo en la época, el destino del edificio cambió y pasó a ser un hospital debido a la fuerte necesidad sanitaria que la muerte negra impuso en la ciudad.

El edificio cumplió su función como hospital hasta finales del siglo XX, habiendo sufrido a lo largo de los años alguna reforma para mejorar su estado. No obstante, en 1971 pasó a manos de la universidad de Sevilla para ser un colegio universitario y, posteriormente, se encargó del edificio de joven universidad de Córdoba ubicando allí la facultad de Filosofía.

Pero el oscuro pasado no abandonó el edificio pues en algunas aulas es posible contemplar los raíles que usaban para llevar las camillas hasta la morgue. Además, en algunas ventanas hay marcas realizadas por los pacientes que en el viejo hospital fueron ingresados.

Y, más allá de los elementos físicos, diferentes testimonios repiten los mismos sucesos: ruidos extraños, voces, golpes, puertas que se abren o se cierran, luces que se encienden o apagan solas, objetos que cambian de lugar o sombras.

Quienes más veces han sido testigo de estos sucesos han sido los guardias de seguridad, motivo por el que ninguna ha querido seguir vigilando el edificio de noche y pro el que la única vigilancia se realiza mediante cámaras. Uno de estos guardias explica que una noche escuchó una campanilla que sonaba al final de un pasillo, sonido que le extrañó. Al buscar su origen pudo ver una extraña luz que lentamente adoptó la forma de una mujer con hábito de monja que entró en un aula vacía. Aquella visión dejó al guarda de seguridad petrificado.

Otro guardia de seguridad asegura que durante una guardia notó un descenso brusco de la temperatura y que al final del pasillo en el que se encontraba vio a un hombre que caminaba con dificultad vistiendo lo que parecía ser un pijama. Lo más horrible fue que aquella aparición tenía media cara desfigurada. Cuando los incrédulos ojos del guarda habían conseguido asimilar qué era aquello, la figura se desvaneció.

Un tercer guarda cuenta que haciendo la ronda con un perro, el animal se detuvo al llegar a los pies de unas escaleras negándose a continuar como si algo le asustase.

También han sido importantes testigos de tales sucesos los empleados de la limpieza. Una mujer asegura haber visto a un niño con ropa de otra época correr por uno de los pasillos o escuchar toses en un aula vacía. Además, es bastante común que las luces se enciendan o apaguen solas de forma caprichosa, como si hubiese algún problema en el circuito eléctrico.

Tal ha sido la importancia que los fenómenos paranormales de esta facultad han alcanzado, que el escritor Francisco José Bermúdez reflejó en el libro “Córdoba Misteriosa”, publicado en 2010, todos estos sucesos recogidos tras una minuciosa investigación.



Asimismo, la empresa “Córdoba Misteriosa”, que realiza rutas turísticas en las que se cuentan leyendas y sucesos paranormales de la ciudad, toma la Facultad de Filosofía como uno de los puntos a mostrar a quienes se atreven a conocer los secretos que la ciudad esconde.



Es, por ello, la Facultad de Filosofía de Córdoba un lugar que los amantes de lo paranormal deben visitar.


lunes, 9 de mayo de 2022

EL CRIMEN DEL BARBERO DE CÓRDOBA

Durante muchos años Francisco Reyes había ejercido como barbero en el número 6 da calle San Pablo de Córdoba llevando una vida aparentemente tranquila y con bastantes clientes habituales que frecuentaban su local.


Pero todo dio un brusco giro cuando el 28 de enero de 1943 acudió a la barbería su amigo Enrique Gallego, quien era cobrador del Banco Español de Crédito. Se ignora qué ocurrió a las 13:00 del citado día para que el barbero rebanase el cuello de Enrique acabando con su vida en el acto.


Arrepentido y atemorizado, Francisco descuartizó el cuerpo y lo ocultó en unos barriles en la trastienda. Además, cuando por la tarde llegó su sobrino, que también era su ayudante, le prohibió volver a entrar en la trastienda. Desde ese día, cada noche Francisco rociaba grandes cantidades de perfume en la trastienda que tapasen el olor de la muerte, envolvía un trozo del cadáver en papel de periódico y, de camino a su casa, lo arrojaba a las aguas del río Guadalquivir.

La mujer de Enrique, Trinidad Gámez, denunció la desaparición de su marido y, tras realizar distintas investigaciones, contactaron con el ayudante del barbero, quien les dijo que su tío se mostraba de muy mal humor, que le había prohibido la entrada a la trastienda y que de ahí salía un fuerte olor a perfume. Finalmente, la policía entró en la barbería y accedieron a la trastienda donde encontraron el único resto que el barbero no había arrojado al río: la cabeza. Francisco confesó el crimen y cómo se había deshecho del cadáver, explicando que no había sido capaz de deshacerse de la cabeza pues los ojos muertos de quien fuese su amigo le paralizaban. Al ser preguntado por el motivo del crimen, el barbero respondió que se llevaría el secreto a la tumba.

El barbero de la calle San Pablo fue ejecutado por un pelotón de fusilamiento en el Cementerio de San Rafael.

Sorprendentemente, la historia no termina aquí pues según parece, uno de los guardias que participó en el fusilamiento le quitó a Francisco unos gemelos de oro que llevaba. Ese mismo día, mientras ese soldado limpiaba su arma, esta se disparó matándole en el acto, por lo que se comenzó a hablar de la maldición del barbero.

Respecto al lugar donde se ubicó la barbería, distintas personas han intentado montar diferentes negocios a lo largo de los años sin éxito pues todos fracasan tras unos pocos meses en funcionamiento. Se desconoce si es pura casualidad, si se trata de una maldición que pesa sobre el local o si los distintos comerciantes han vivido alguna extraña experiencia allí que no han querido compartir con el mundo.

Pero lo más sorprendente es lo que le sucedió a María, una vecina de la localidad de Córdoba. Esta mujer pidió ayuda a distintos entendidos en el mundo de la parapsicología pues decía que en su casa habitaba una sombra que recorría la casa. Tras realizar varias investigaciones, el equipo de Cuarto Milenio descubrió que en esa casa había vivido el barbero, por lo que sospechaban que él era la sombra que allí moraba. La médium Paloma Navarrete pudo interactuar con la presencia y descubrió que en realidad se trataba de Enrique, la víctima. Se desconoce por qué su alma quedó encadenada a la casa en lugar de a la antigua barbería, pero en palabras de Paloma, el ente pronunció una única palabra “Trinidad”, que fue su esposa.


Tras este contacto por parte de la médium, los sucesos paranormales pararon en el domicilio, aunque se ignora qué pasó con aquellos gemelos o si la maldición del local de la barbería sigue llevando al fracaso a quien decide abrir allí un negocio.

Tal ha sido el impacto que este crimen y los posteriores sucesos produjeron en Córdoba que Antonio Muñoz Centella lo reflejó en una novela.