jueves, 14 de marzo de 2019

LA CATÁSTROFE DEL CAMPING DE LOS ALFAQUES

El camping de los Alfaques es un campamento situado en una playa a orillas del Mediterráneo cerca del municipio de San Carlos de la Rápita (Tarragona).
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Este lugar era un destino ideal para muchas familias, tanto españolas como extranjeras, por su perfecta ubicación y la variedad de actividades que podían realizar mientras pasaban allí sus vacaciones o unos simples días de descanso.

Desgraciadamente, sin que ninguno de los 800 campistas pudiese percatarse lo que iba a suceder, el 11 de julio de 1978 alrededor de las 14:30 el agradable y jovial ambiente que siempre se respiraba en el camping de los Alfaques se convirtió drásticamente en el infierno.

Cerca del camping se ubicaba la N-340. Aquella mañana, un camión cisterna que cargaba 25 toneladas de propileno licuado, pasó por esa carretera. El depósito del camión cisterna, que no disponía de sistema para eliminar la presión en su interior, sobrepasaba la capacidad legal. Ello, sumado a las altas temperaturas que calentaron el contenido de la cisterna, hizo que ésta explotase justo cuando el vehículo circulaba a la altura del camping. Tal fue la potencia de la explosión mató a 158 personas en el acto, incluido el conductor. Pero aquello no fue todo, pues la explosión produjo una enorme bola de fuego que cubrió casi todo el campamento en cuestión de segundos. A ello se sumó el calentamiento y posterior inflamación de todas las bombonas de gas que había en el campamento y del carburante de los vehículos allí aparcados. Como consecuencia, dos tercios del campamento fueron totalmente destruidos. Además, gran multitud de campistas decidieron correr hacia el mar desesperadamente para tratar de apagar las llamas que les envolvían. Desgraciadamente, como consecuencia de las altas temperaturas provocadas por la explosión, la orilla del mar comenzó a hervir provocándoles la muerte. Aunque algunos consiguieron salvarse, fallecieron posteriormente en el hospital a causa de las severas quemaduras.

Pero no sólo se produjeron destrozos en el propio campamento, pues una discoteca que había cerca quedó totalmente destruida, falleciendo en el acto cuatro adultos y dos menores, miembros de la misma familia y dueños del local, que se encontraban limpiando la discoteca en ese momento.
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Tal fue la devastación que hubo en el campamento, que fue realmente complicado identificar a las víctimas, pudiendo contar hasta 215 cuerpos. Muchos cadáveres fueron encontraron en posición sentada, con los pies y brazos rígidos, pues se encontraban almorzando en el momento de la catástrofe. A los cadáveres hubo que sumar la gran cantidad de heridos por quemaduras severas que causaron daños irreparables.
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Cuerpos calcinados fueron recuperados del mar y la playa. Ir hacia el agua, que según los testigos llegó a hervir, se convirtió en una mala elección. Muchos cadáveres fueron encontraron en posición de sentados, con los pies y brazos rígidos, ya que una buena parte de las víctimas se encontraban almorzando.
Tal fue la brutalidad de lo sucedido, que este accidente rompió la normalidad en la vida de los habitantes cercanos al camping de los Alfaques. Este accidente supuso un antes y un después en la vida de los vecinos Alcanar, no sólo por la tragedia ocurrida, si no por lo que comenzó a suceder posteriormente.

Al cabo de algunos meses, aparecieron los primeros testimonios que hablaban de psicofonías captadas por la noche o de extrañas apariciones junto a la carretera a la altura del camping. Pero poco a poco estos testimonios fueron creciendo y ganando voz.

Un testigo explicó que, estando en San Carlos de la Rápita de vacaciones, regresando al hotel de madrugada, pasó con el coche con su familia por aquella zona de la carretera. Al no haber ningún vehículo en el sentido contrario decidió activar las luces largas para mejorar la visibilidad. En ese momento, el hombre pudo ver a unas siete personas en el arcén más cercano al camping. Todos portaban ropa veraniega y todos estaban completamente inmóviles con la mirada perdida. Pero lo que más llamó su atención fue que sus cuerpos parecían carbonizados. Desgraciadamente, el conductor fue el único que lo vio pues su mujer y su hija estaban dormidas en ese momento y no pudo verificar lo que acababa de ver.

En otra ocasión un Guardia Civil explicó en el programa Milenio 3 que estando una noche de servicio pasó con su compañero por la zona donde tuvo lugar el terrible accidente, por ser la costa un lugar frecuente para el tráfico de droga. Alrededor de las 2 y las 3 de la madrugada, vieron la silueta de una mujer llevando ropa de baño, a pesar de encontrarse en febrero, y que llevaba a un niño con una gorra de la mano. El guarida civil y su compañero intentaron ver de quién se trataba, pero desaparecieron sin dejar rastro.

Un equipo de investigación formado por Juan José Rubio, Pedro Gómez y Miguel Delgado acudió durante varios días a ese lugar tratando de averiguar los extraños sucesos que allí tenían lugar. En una ocasión, al pasar con el coche por la carretera, pudieron ver a un grupo de personas en el arcén totalmente inmóviles, desapareciendo segundos después. En otra ocasión, prepararon el material para tomar psicofonías, videos y fotografías. Todo estaba transcurriendo con normalidad, cuando comenzaron a sentirse observados algo que les pareció bastante normal en un lugar como aquel. Pero lo más sorprende es que a las tres de la madrugada tanto las cámaras de vídeo como las cámaras de foto y las grabadoras dejaron de funcionar de forma inexplicable, como si todas las baterías se hubiesen agotado a la vez. Probaron a sustituir pilas y baterías pero, para su asombro, ninguna funcionaba.

Además, el periodista Javier Pérez Campos, publicó en el año 2013 el libro "Los ecos de la tragedia", en el que cuenta el suceso en el camping de los Alfaques y los posteriores fenómenos paranormales que allí suceden.
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Varios investigadores de lo paranormal coinciden en que el motivo aparente de tales apariciones es que, al haberse producido una muerte tan horrible y repentina, muchas de las almas no se percataron de haber fallecido, quedando así atadas al lugar de su muerte.
Actualmente, el camping de los Alfaques sigue activo tras haber sido reconstruido y siendo un lugar muy concurrido. No obstante, el accidente quedará siempre atado a ese lugar como el alma de las personas que desgraciadamente allí perdieron la vida.

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