Este lugar era un destino ideal para
muchas familias, tanto españolas como extranjeras, por su perfecta ubicación y
la variedad de actividades que podían realizar mientras pasaban allí sus
vacaciones o unos simples días de descanso.
Desgraciadamente, sin que ninguno de los
800 campistas pudiese percatarse lo que iba a suceder, el 11 de julio de 1978
alrededor de las 14:30 el agradable y jovial ambiente que siempre se respiraba
en el camping de los Alfaques se convirtió drásticamente en el infierno.
Cerca del camping se ubicaba la N-340.
Aquella mañana, un camión cisterna que cargaba 25 toneladas de propileno
licuado, pasó por esa carretera. El depósito del camión cisterna, que no
disponía de sistema para eliminar la presión en su interior, sobrepasaba la
capacidad legal. Ello, sumado a las altas temperaturas que calentaron el
contenido de la cisterna, hizo que ésta explotase justo cuando el vehículo
circulaba a la altura del camping. Tal fue la potencia de la explosión mató a
158 personas en el acto, incluido el conductor. Pero aquello no fue todo, pues
la explosión produjo una enorme bola de fuego que cubrió casi todo el
campamento en cuestión de segundos. A ello se sumó el calentamiento y posterior
inflamación de todas las bombonas de gas que había en el campamento y del
carburante de los vehículos allí aparcados. Como consecuencia, dos tercios del
campamento fueron totalmente destruidos. Además, gran multitud de campistas
decidieron correr hacia el mar desesperadamente para tratar de apagar las
llamas que les envolvían. Desgraciadamente, como consecuencia de las altas
temperaturas provocadas por la explosión, la orilla del mar comenzó a hervir
provocándoles la muerte. Aunque algunos consiguieron salvarse, fallecieron
posteriormente en el hospital a causa de las severas quemaduras.
Pero no sólo se produjeron destrozos en el
propio campamento, pues una discoteca que había cerca quedó totalmente
destruida, falleciendo en el acto cuatro adultos y dos menores, miembros de la
misma familia y dueños del local, que se encontraban limpiando la discoteca en
ese momento.
Tal fue la devastación que hubo en el
campamento, que fue realmente complicado identificar a las víctimas, pudiendo
contar hasta 215 cuerpos. Muchos cadáveres fueron encontraron en posición
sentada, con los pies y brazos rígidos, pues se encontraban almorzando en el
momento de la catástrofe. A los cadáveres hubo que sumar la gran cantidad de
heridos por quemaduras severas que causaron daños irreparables.
Tal fue la brutalidad de lo sucedido, que
este accidente rompió la normalidad en la vida de los habitantes cercanos al
camping de los Alfaques. Este accidente supuso un antes y un después en la vida
de los vecinos Alcanar, no sólo por la tragedia ocurrida, si no por lo que
comenzó a suceder posteriormente.
Al cabo de algunos meses, aparecieron los
primeros testimonios que hablaban de psicofonías captadas por la noche o de
extrañas apariciones junto a la carretera a la altura del camping. Pero poco a
poco estos testimonios fueron creciendo y ganando voz.
Un testigo explicó que, estando en San
Carlos de la Rápita de vacaciones, regresando al hotel de madrugada, pasó con
el coche con su familia por aquella zona de la carretera. Al no haber ningún
vehículo en el sentido contrario decidió activar las luces largas para mejorar
la visibilidad. En ese momento, el hombre pudo ver a unas siete personas en el
arcén más cercano al camping. Todos portaban ropa veraniega y todos estaban
completamente inmóviles con la mirada perdida. Pero lo que más llamó su
atención fue que sus cuerpos parecían carbonizados. Desgraciadamente, el
conductor fue el único que lo vio pues su mujer y su hija estaban dormidas en
ese momento y no pudo verificar lo que acababa de ver.
En otra ocasión un Guardia Civil explicó
en el programa Milenio 3 que estando una noche de servicio pasó con su
compañero por la zona donde tuvo lugar el terrible accidente, por ser la costa
un lugar frecuente para el tráfico de droga. Alrededor de las 2 y las 3 de la
madrugada, vieron la silueta de una mujer llevando ropa de baño, a pesar de
encontrarse en febrero, y que llevaba a un niño con una gorra de la mano. El
guarida civil y su compañero intentaron ver de quién se trataba, pero
desaparecieron sin dejar rastro.
Un equipo de investigación formado por
Juan José Rubio, Pedro Gómez y Miguel Delgado acudió durante varios días a ese
lugar tratando de averiguar los extraños sucesos que allí tenían lugar. En una
ocasión, al pasar con el coche por la carretera, pudieron ver a un grupo de
personas en el arcén totalmente inmóviles, desapareciendo segundos después. En
otra ocasión, prepararon el material para tomar psicofonías, videos y
fotografías. Todo estaba transcurriendo con normalidad, cuando comenzaron a
sentirse observados algo que les pareció bastante normal en un lugar como
aquel. Pero lo más sorprende es que a las tres de la madrugada tanto las cámaras
de vídeo como las cámaras de foto y las grabadoras dejaron de funcionar de
forma inexplicable, como si todas las baterías se hubiesen agotado a la vez.
Probaron a sustituir pilas y baterías pero, para su asombro, ninguna
funcionaba.
Además, el periodista Javier Pérez Campos,
publicó en el año 2013 el libro "Los ecos de la tragedia", en el que
cuenta el suceso en el camping de los Alfaques y los posteriores fenómenos
paranormales que allí suceden.
Varios investigadores de lo paranormal
coinciden en que el motivo aparente de tales apariciones es que, al haberse
producido una muerte tan horrible y repentina, muchas de las almas no se
percataron de haber fallecido, quedando así atadas al lugar de su muerte.
Actualmente, el camping de los Alfaques
sigue activo tras haber sido reconstruido y siendo un lugar muy concurrido. No
obstante, el accidente quedará siempre atado a ese lugar como el alma de las
personas que desgraciadamente allí perdieron la vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario