En la alicantina localidad de Busot se levantó un edificio aprovechando las aguas termales de las que dispone el lugar. Hecho que ya era conocido en épocas romanas y musulmanas, pues en dicho lugar se construyeron unas termas.
La calidad del agua de esta localidad quiso que se construyese durante el siglo XIX el “Hotel Miramar Estación de Invierno”, un complejo urbanístico que se convertiría en uno de los balnearios más importantes del país y al que una gran cantidad de personas acudía, ya fuese por ocio, o ya fuese para beneficiarse de sus aguas.
Pero la buena racha del lugar termina entre 1920 y 1930 cuando el marqués de Bosch, dueño del hotel, pierde el edificio al apostarlo durante una partida de póquer.
De este modo, el edificio
quedó completamente cerrado hasta que en 1936 el Estado compró el terrero y
convirtió el complejo en un Preventorio Nacional Infantil para tratar a niños
con tuberculosis. Tras la Guerra Civil, una vez que la epidemia fue erradicada,
el edificio fue cerrado de nuevo y abandonado.
Los muros del Preventorio
quedaron a merced del tiempo, llegando a rumorearse en distintas ocasiones que
se reabrirían sus puertas para volver a funcionar como un preventorio o como un
balneario, hecho que nunca ocurrió, siendo testigo de cómo sólo era
ocasionalmente visitado por jóvenes buscando un lugar tranquilo y apartado para
celebrar fiestas, o para realizar sesiones de espiritismo y rituales satánicos.
En cuanto a la tragedia que rodea el lugar, se rumorea que hubo varias muertes por tuberculosis, aunque se ha demostrado que esto no fue así. No obstante, sí que hubo tres muertes en su interior: La primera fue la de una enfermera que murió en una sala de un edifico adyacente por las llamas de un brasero; La segunda fue la de un hombre que falleció a causa de una gripe; La tercera fue a causa de una insolación.
Pero la tragedia se hizo eco
del lugar pues estas no fueron las únicas muertes que allí se acontecieron ya
que, tras su abandono, muchos acudían al solitario edificio para suicidarse.
No fue hasta el año 2002 que
los extraños sucesos que allí se desarrollaban vieron la luz cuando el
investigador Pedro Amorós publicó en la revista Enigmas un artículo en el que realizó un reportaje fotográfico. Al
parecer, su cámara captó lo que parecía ser la imagen de un monje franciscano.
A raíz de este artículo, muchos se atrevieron a contar las extrañas
experiencias que habían vivido visitando el lugar, mostrando incluso imágenes
para probar sus argumentos.
Muchos testigos cuentan
haber podido sentir presión e inquietud en cada rincón, como si alguien le
observase con desaprobación. Según los expertos, los lugares con agua son más
propensos a convertirse en portales al más allá, lo que explicaría al fuerte
carga energética que hay en el lugar.
De entre las muchas
presencias y siluetas que se han podido testificar y fotografiar, destaca la de
la Dama Blanca, una aparición que suele mostrarse en un viejo espejo situado a
los pies de una de las escaleras. Lo más siniestro es que cuando alguien sube
las escaleras durante la noche y le da la espalda al espejo, de su interior salen
gritos y llantos de niños. Dicen que el motivo es porque el espejo atrapó las
almas de quienes murieron allí, motivo por el que en muchos lugares existe la
costumbre de tapar los espejos cuando alguien fallece, para evitar que estos
absorban su alma.
Actualmente no queda ni
rastro del famoso espejo. Unos dicen que fue robado, llevándose la maldición, y
otros aseguran que alguien lo rompió para acabar con aquella historia.
En cualquier caso, el
Preventorio de aguas de Busot sigue a merced del tiempo, esperando a volver a
ser abierto de nuevo.