La Casa de las Siete Chimeneas es un edificio del siglo XVI ubicado en
Madrid, concretamente en la plaza del Rey haciendo esquina con la calle de las
Infantas.
La construcción del edificio fue
ordenada por un montero de Felipe II tras comprar un terreno situado
detrás del convento del Carmen. El montero se lo regaló a su hija Elena como
regalo de boda. Tal era la belleza de la joven, que cautivó a Felipe II
cuando era príncipe, siendo amantes en secreto. No obstante, Elena carecía de
la nobleza necesaria para emparentarse con la realeza, por lo que contrajo
matrimonio con un varón de noble linaje que partió pocos meses después a la
guerra como capitán de los tercios de Flandes, muriendo en la batalla de San
Quintín combatiendo a las tropas francesas. Tras este suceso, la joven fue
consumida por la pena, pues apenas comía ni dormía y su aspecto se deterioró
considerablemente. Desgraciadamente, Elena murió por la tristeza. Pero,
rápidamente, corrió el rumor de que, poco antes de su muerte, había dado a luz
a una niña que desapareció en extrañas circunstancias.
Tras la muerte de Elena, los sirvientes afirmaron que la mujer no había muerto consumida por la pena, si no que realmente había sido asesinada, ya que encontraron en su cuerpo varias heridas causadas por un cuchillo. En ese momento, los rumores relacionaron la muerte de la joven con el rey, y se llegó a especular que Felipe II ordenó el crimen para ocultar una relación secreta de la que había nacido una niña y que le supondría problemas en el futuro. No obstante, quién fue acusado e interrogado por el crimen fue el padre de Elena. Tal fue la presión que vivió el hombre que se ahorcó colgándose de una de las vigas de la Casa de las Siete Chimeneas. En ese momento, las autoridades ordenaron que se investigase la muerte de Elena, pero el cadáver había desaparecido de forma inexplicable y nadie parecía conocer su paradero.
Algunos días después, varios testigos afirmaron ver sobre el tejado de la casa la figura de una mujer vestida de blanco con el largo cabello siendo movido por el viento que se deslizaba sosteniendo una antorcha en una mano y señalando con la otra hacia el Alcázar, residencia de Felipe II, golpeándose posteriormente el pecho mientras gemía de auténtica agonía y desapareciendo a continuación. Comenzó así a correr el rumor de que se trataba del fantasma de Elena buscando justicia y acusando al monarca de su muerte.
Pero estos no fueron los únicos sucesos trágicos. Pocos años después de la muerte de Elena, la Casa de las Siete Chimeneas se convirtió en el hogar de un anciano rico que contrajo matrimonio con una joven por conveniencia. Esta joven se rumoreaba que, al igual que Elena, fue amante del rey. En la noche de bodas, la joven se suicidó y su cadáver fue encontrado con un puñal clavado en el pecho y las arras, regalo de Felipe II, esparcidas por el suelo.
Desde ese momento, hubo testigos que hablaban de una presencia fantasmal que recorría la casa con un vestido de novia sollozando y haciendo tintinear unas monedas.
Pero parecía que sobre el edificio había caído una maldición, pues con el paso de los años pasó de un propietario a otro, pues cada dueño que tenía parecía querer desprenderse de ella enseguida, sufriendo diversas reformas hasta que los trágicos sucesos fueron olvidados. Una de las múltiples personas que adquirieron el inmueble fue el comerciante genovés Sebastiano Cattaneo. Es bajo su poder cuando se añadieron las siete chimeneas que otorgaron al reseñado edificio su popular nombre. Hay quien dice que las chimeneas representan los siete pecados capitales.
Los años pasaron y el enigmático edificio seguía pasando de un propietario a otro. En el siglo XVIII la Casa de las Siete Chimeneas fue ocupada por el marqués de Esquilache, ministro de Carlos III. No obstante, la tragedia volvió a entrar en el edificio como consecuencia del famoso motín de Esquilache, que se desarrolló como protesta ante la prohibición del marqués de llevar capa larga y sombrero de ala ancha. Los rebeldes asaltaron la casa aunque, por suerte, el marqués y su familia no se encontraban allí, pues habían huido para refugiarse de los ataques. Desgraciadamente, uno de los sirvientes ofreció resistencia al asalto y fue brutalmente asesinado, pues los rebeldes se ensañaron con él. Tras cometer el crimen, el edificio fue saqueado.
La Casa de las Siete Chimeneas siguió cambiando de dueño hasta que, a finales del siglo XIX, fue acondicionada como sede del Banco Castilla. Fue durante la reforma cuando se encontró el esqueleto de una mujer enterrado bajo el suelo. Junto a los restos se encontraron varias monedas de oro de la época del reinado de Felipe II. En ese momento, volvieron a surgir los rumores sobre la extraña muerte de Elena y el fantasma que se deslizaba por el tejado de la casa.
Pero aquel no fue el único esqueleto encontrado pues, tras una nueva reforma en el año 1960, se encontró el esqueleto de un hombre emparedado, aunque no se pudo averiguar de quién se trataba. Pero, quizás, sea el cadáver de aquel sirviente al que asesinaron cruelmente, quedando así sus restos y su alma atados a la Casa de las Siete Chimeneas como un espíritu errante más incapaz de encontrar la forma de cruzar al más allá tras su trágica muerte.
El simbólico edificio alberga actualmente las dependencias del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, aunque quizás vuelva a cambiar de manos en un futuro no muy lejano, pues parece estar destinado a no tener un propietario fijo. Además, a día de hoy, hay quien dice que en las noches de luna llena se puede ver una figura femenina ataviada con un vestido blanco paseando entre las siete chimeneas que coronan la emblemática casa. Una figura que, incapaz de encontrar el descanso eterno, vaga lamentándose y buscando todavía justicia por el verdadero motivo de su muerte.