Mi
mejor amigo siempre ha pasado los veranos en una casa de campo. Es una casa de
dos plantas con jardín y piscina. Una noche de julio de 2016 estuve en su casa
jugando a videojuegos. Al acabar, alrededor de las 2 de la noche, me despedí y
me dirigí al coche para regresar a mi casa. Desde la puerta de su casa a la
puerta de la valla que rodea el recinto hay un camino empedrado que pasa por
delante del jardín y de la piscina. El terreno está iluminado por unas balizas
por lo que de noche puedes caminar sin miedo a tropezarte con algún objeto.
Pero aquella noche todo fue diferente. Cuando estaba cerca de la puerta de
salida sentí un escalofrío que me recorrió toda la espalda y que me hizo sentir
muy incómodo. Inconscientemente, miré a la piscina encontrándome con una
oscuridad muy densa a pesar de haber cerca un par de balizas y, en medio de la
oscuridad, vi algo con la forma de una anciana que me puso los pelos de punta
mirándome y sonriendo de forma siniestra y cruel. Nunca había sentido tanto
miedo y, sin poder evitarlo, salí corriendo, me metí en el coche, eché el
seguro y me fui de allí lo más rápido posible sin atreverme a mirar por el
retrovisor por miedo de ver aquella silueta en mitad del camino. Tal fue la
tensión que aquello me produjo que esa noche me metí en la cama con muy mal
cuerpo y tuve bastantes pesadillas. No obstante, preferí no contarle nada de lo
sucedido a mi amigo.
A lo
largo del verano volví a la casa de mi amigo, algunas veces solo y otras veces
con más amigos. Y en varias ocasiones pude volver a sentir aquella sensación
que me hacía sentir incómodo y me obligaba a irme de allí como si algo me
robase la energía positiva.
Una
noche de agosto de 2017, quedamos algunos amigos para cenar allí. Nos
encontrábamos en el jardín hablando mientras se preparaban las pizzas cuando,
de repente, una amiga se quedó quieta mirando a un punto cerca de la piscina,
concretamente la zona donde yo había divisado aquella figura. Al ver su extraña
reacción le preguntamos que qué le sucedía y nos respondió que no se sentía
segura allí fuera, que quería pasar a la casa y que le daba igual que la
acompañásemos a la casa o no, pero que ella no iba a estar más tiempo allí.
Aquello me puso mal cuerpo pues nunca le había hablado a nadie de lo que me
había sucedido. Aquella misma noche, aprovechando que los padres de mi amigo no
estaban, nos quedamos a dormir allí. En mitad de la noche escuché un fuerte
golpe en una de las persianas del piso de abajo y, a continuación, un sepulcral
silencio. Me quedé escuchando atentamente mientras mi corazón latía con fuerza.
Pensé fingir que no lo había oído, pero uno de mis amigos dijo:-¿Habéis oído
eso?-Respondí que sí. Todos habíamos oído aquel golpe pero no sabíamos qué
hacer. Entonces pudimos escuchar a su gato maullando desesperado por lo que
encendimos todas las luces de la casa y la recorrimos de arriba abajo pensando
que se había colado alguien, pero allí no parecía haber nadie aparte de
nosotros. Tras tranquilizar al animal, que nos costó bastante tiempo, volvimos
al piso de arriba y nos volvimos a meter en nuestras respectivas camas. Pero,
de repente, sentí un frío muy incómodo y pude notar aquella misma sensación que
cuando vi por primera vez aquella silueta, pero me obligué a no pensar en ello
y dormirme.
A la
mañana siguiente decidí contarles todo a mis amigos. En ese momento, mi amigo
me miró seriamente y me dijo que él también había tenido la sensación de que
había alguien más que nos vigilaba, exactamente en el mismo punto que yo. Y él
también notó esa repentina bajada de temperatura en la habitación. Pero aquello
no quedó ahí, pues confesó que siempre ha sentido que en su terreno hay algo
que no debería estar y que siempre le ha causado terror. Además, nos contó
algunas cosas extrañas que le habían ocurrido allí a lo largo de su vida y a
las que no había sabido dar explicación.
El 31
de octubre de 2017 celebramos la fiesta de Halloween en aquella casa, pues
hacerlo en una casa a las afueras crearía mejor ambiente. Pasamos un buen rato
sin sentirnos incómodos en ningún momento. No obstante, en un momento dado, el
gato se puso algo nervioso como si le incomodase algo, aunque no le dimos
importancia. Fue una noche bastante divertida. En un momento dado, una de mis
amigas salió de la casa para ir a buscar algo al coche. Al cabo de un rato la
oímos llamarnos a gritos, por lo que fuimos corriendo y la encontramos
temblando de miedo. Nos dijo que al ir a abrir la puerta de la valla para salir
e ir al coche escuchó un ruido y, al darse la vuelta, pudo escuchar una risa
cruel en medio de una oscuridad espesa. Estuvimos buscando por la zona pensando
que, tal vez, alguien se había colado y pretendía gastarnos una broma por ser
la fecha que era, pero no parecía haber nadie más allí. No obstante, teníamos
la sensación de que alguien nos vigilaba constantemente. Nos dispusimos a
volver a la casa y seguir con la fiesta cuando escuchamos unas pisadas entre
unos árboles seguidas de unos golpes que no supimos identificar. Tal fue la
tensión que se creó en ese momento que decidimos terminar la fiesta y
marcharnos a nuestras casas.
Afortunadamente,
desde aquella noche no hemos vuelto a sentir nada extraño allí. No obstante,
todos estamos seguros de que haya lo que haya sigue allí esperando el momento
para regresar y alimentarse de nuestros miedos.