A la mañana siguiente, Greg se despertó y, como acostumbraba a hacer,
preparó el desayuno y salió a desayunar al porche. Entonces vio a unos metros
de donde él se encontraba lo que parecían ser los intestinos de algún animal.
Aquello le puso mal cuerpo, pero no podía dejar esos restos tan cerca de su
casa por lo que, tras coger una pala, los llevó al interior del bosque
dejándolos allí con bastante asco.
Aquella mañana, Greg cogió el cuaderno que había encontrado y miró la
página en la que estaban las marcas con lo que había sido escrito en las
páginas arrancadas, cogió un lápiz y repasó toda la página para tratar de leer
lo que habían escrito.
La frase "Ellos me quitaron los ojos" se repetía una y otra vez
por toda la página. Aquello no tenía sentido, pero Greg no pudo evitar pensar
en el ojo que había encontrado en el río y se preguntó si estaba relacionado.
El joven hizo lo único que se le ocurrió en ese momento: llamó a su madre
para preguntarle sobre la casa, pero ella le dio poca información y parecía
poco interesada por ella, salvo por la bodega. Greg se sorprendió pues hasta
entonces no se había percatado de la existencia de una bodega en la casa. Tras
colgar el teléfono, Greg se dirigió hacia el sitio que su madre le había
indicado y allí la encontró.
Había varias botellas de vino, así como tapones para botellas curiosos y
objetos antiguos.
Todo aquello le resultó muy curioso y llamativo. Pero lo que más le llamó
la atención fueron unas grandes letras de madera.
Aparentemente, las letras habían estado colgadas en alguna pared de la
casa. Greg pensó que debía de tratarse del nombre que su abuelo le había dado a
la casa, o quizás el nombre ya estaba puesto y su abuelo lo quitó. En cualquier
caso, intentó ordenar las letras pero no llegaba a ninguna solución lógica.
Pasaron los días sin que a Greg le sucediese nada extraño hasta el 30 de
noviembre. Aquella tarde, Greg había salido a explorar el bosque cuando
vio algo entre los árboles y se acercó a mirar.
Quizás sólo era casualidad, pero en línea recta desde la dirección en la
que la silla estaba orientada estaba su casa.
Casi parecía que alguien había
puesto allí la silla para espiarle. Se marchó de allí sólo para encontrar algo
que le inquietó mucho.
No entendía que era aquello y comenzó a sentirse mal por todo lo que le
estaba sucediendo por lo que volvió a la casa sintiéndose asustado. Durante el
camino de regreso, pudo ver otra vez a la persona encapuchada paseando entre
los árboles. Greg volvió a quedarse quieto hasta estar seguro de que esa
persona había desaparecido de la zona. Cuando sintió que todo estaba tranquilo,
salió corriendo hacia la casa esperando que esa persona aparecería en cualquier
momento y le atacaría, aunque por suerte no fue así.
El 11 de diciembre Greg estaba mirando los libros que había en la casa y
cogió uno sobre vinos, pues le interesaba aprender sobre el tema y así saber el
valor que podrían tener las botellas que se encontraban en la bodega. Al pasar
las páginas encontró un par de fotografías antiguas.
La primera parecía mostrar el bosque, aunque la imagen no tenía mucha
nitidez.
La segunda mostraba las letras que formaban el nombre de la casa:
“Deepwater Chapel”.
Greg no sabía si aquello tenía algún significado o si simplemente se
trataba de un nombre. Le costaba pensar con claridad y diferenciar de lo que
era casualidad de lo que no.
Al cabo de un par de días, Greg salió otra vez a pasear por el bosque. Le
gustaba la naturaleza, aunque caminaba con mucha precaución atento a cualquier
sonido o movimiento. Durante su paseo comenzó a llover mucho, así que regresó a
la casa, se cambió, dejó la ropa secándose delante de la chimenea y se fue a
dormir. Aquella noche Greg tuvo una pesadilla extraña en la que estaba en el
porche de la casa con sus amigos. Uno de sus amigos decía que de noche los
árboles parecían siniestros. Entonces, ese mismo amigo miraba fijamente a Greg
y le decía: "¿Hay alguien aquí con nosotros que no debería estar?"
Greg miraba a su amigo bastante confundido. Entonces, ese mismo amigo, decía
"Hay alguien viendo cómo duermes ahora mismo”.
En ese momento Greg se despertó asustado. La habitación estaba vacía, pero
Greg tenía la sensación de que realmente alguien había estado de pie
observándole y que esa presencia le había perturbado el sueño. Greg se quedó
inmóvil en la cama cuando, de repente, escuchó un ruido en el piso de abajo. Al
principio, Greg no sabía si bajar o no pero, finalmente, lo hizo tratando de no
hacer ningún ruido. Llegó al a cocina y se encontró la puerta completamente
abierta.
Greg estaba convencido de haberla cerrado con llave, pero estaba abierta de
par en par y el suelo de la cocina mojado por la lluvia. Recorrió la planta
baja de la casa mirando si la persona que se había colado seguía allí, pero al
llegar al salón lo único que vio fue que la ropa que había puesto delante de la
chimenea para que se secase ya no estaba. Aquello ya no tenía gracia y Greg
estaba empezando a perder la paciencia. Quiso salir a la calle, pero no lo hizo
porque sabía que no era una buena idea. Tras comprobar que todas las puertas y
ventanas estaban bien cerradas regresó a su dormitorio y se durmió mientras
pensaba que llamaría a un cerrajero a la mañana siguiente
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