El
Museo de Historia y Antropología de Tenerife (MHAT) fue inaugurado en diciembre
de 1993 en la “Casa Lercaro”, situada en la calle San Agustín de San Cristóbal
de La Laguna.
Esta
casa se construyó a finales del siglo XVI por orden de la familia Lercaro,
quienes eran importantes comerciantes genoveses que se instalaron en Tenerife
tras la conquista de las islas.
La
hija de esta familia era una joven llamada Catalina a la que se obligó a
contraer matrimonio con un hombre de avanzada edad. Tal era la desdicha de la
joven que el día de su boda se suicidó arrojándose a un pozo situado en la
parte trasera de la casa.
El
cuerpo de Catalina fue enterrado en la casa pues, al haberse suicidado, la
Iglesia se opuso absolutamente a que la joven fuese sepultada en el cementerio.
Tras
lo sucedido, la familia Lercaro decidió mudarse a La Orotava. Entre los
diferentes motivos estarían la pena por el fallecimiento de Catalina y la
vergüenza por los comentarios de los vecinos. Aunque hay quien asegura que el
verdadero motivo era que el espíritu de la joven vagaba por la casa, lo que
obligó a sus padres a abandonar el inmueble.
Los
siglos pasaron y la vivienda se conservó hasta albergar actualmente dicho
museo, en el que se desarrollan diferentes sucesos inexplicables que se
relacionan con el fantasma de Catalina Lercaro.
Una de
las encargadas de la biblioteca del Museo asegura que en una ocasión vio a una
joven mujer mirándola fijamente para, en cuestión de segundos, desaparecer.
Otro de los empleados asegura que una mañana vio desplazándose por una sala una
especie de niebla blanquecina con forma de mujer.
Los
guardias de seguridad también han sido testigos de estos inexplicables sucesos.
Algunos aseguran que pueden escuchar en el piso superior pasos y puertas que se
abren y cierran. Además, explican que los sucesos aumentan cada vez que llega
un nuevo empleado al museo.
Otro
empleado del museo explica que una mañana se escuchó un ruido y, a continuación,
la puerta de una sala en la que no había nadie se cerró. Pensaron que podría
haber sido el viento pero, al intentar abrirla, descubrieron que estaba cerrada
con llave desde el interior, por lo que se vieron obligados a entrar en la sala
a través de una ventana para poder abrir la puerta.
Catalina
parece estar obligada a permanecer eternamente en nuestro mundo al no haber
conseguido encontrar la felicidad en vida y al haber sufrido una trágica
muerte. Es por ello que su alma vaga sin descanso por los pasillos del que, en
vida, fue su hogar.
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