En la Sierra de Hornachuelos
(Córdoba), concretamente en el valle por el que pasa el río Bembézar, se
encuentra el monasterio de Santa María de los Ángeles. El acceso al lugar es
complejo, pues es necesario recorrer a pie un estrecho sendero junto al
conocido “Barranco del Infierno”.
En la parte de debajo de este
monasterio es posible encontrar una fuente con tres caños. Según se comenta,
esos caños simbolizan la salud, la suerte y el amor.
El monasterio fue un antiguo
convento franciscano fundado en el siglo XV. Desgraciadamente, el edificio
sufrió tres grandes incendios en 1498, 1543 y 1655 respectivamente, por lo que
comenzó a circular un rumor que aseguraba que existía una maldición por la que,
si alguien compraba o reformaba el monasterio, en la montaña de los Ángeles
llovería fuego. Debido a la gran destrucción causada por dichos incendios, actualmente
no queda nada del convento original.
En el siglo XVIII se construyó iglesia donde anteriormente estaba el convento. Los años pasaron y este
edificio pasó de una mano a otra hasta que, en 1884, los marqueses de Peñaflor
lo emplearon como zona de cacería. Durante el Obispado de Fray Albino, la
marquesa dio esta propiedad a la Iglesia para que se usase como seminario. En
1957 se abrió el centro como seminario, realizándose algunos años más tarde, una
ampliación. No obstante, en 1971 los
seminaristas se trasladaron al Seminario de San Pelagio, en Córdoba, quedando
este lugar abandonado.
Pero, a pesar de su abandono, el
lugar no fue olvidado pues diferentes historias envolvieron el lugar con los
años.
El monasterio está rodeado de
cuevas, una de las cuales recibe el nombre de “La Mujer Penitente”, pues una
mujer pasó diez años encerrada en dicha cueva para redimir sus pecados
falleciendo, finalmente, en el interior de la misma. Hay quien asegura haber
visto al fantasma de esta mujer recorriendo la sierra.
Cerca del monasterio se encuentra
el precipicio que recibe el nombre de “El salto del fraile”. Al parecer, un
vecino de Hornachuelos, se enteró de la relación que su esposa mantenía con un
fraile, por lo que el hombre empujó al fraile por este precipicio.
Milagrosamente, el fraile salió ileso de la caída y el hombre fue encarcelado
por el intento de asesinato. Este hecho sirvió de inspiración al Duque de Rivas
para escribir la novela “Don Álvaro o la fuerza del sino”.
Otra leyenda explica que el
creador de la gran cruz de granito falleció justo antes de terminar su obra y
su espíritu se aparecía a la gente que por allí pasaba pidiéndoles que
enterraran sus huesos. No fue hasta que un pastor los enterró que el espíritu
de este hombre dejó de aparecer.
Atraídos por estas historias,
diferentes personas se han atrevido a entrar en el interior del abandonado
monasterio para ser testigos de diferentes fenómenos paranormales: golpes en
las paredes, ventanas que se abren y cierran solas, la sensación de ser
vigilado, pasos y voces producidos por alguien a quien no se puede ver, u objetos
que cambian de sitio. Pero el lugar más escalofriante, según los diferentes
testimonios, es la capilla. Allí se producen cambios bruscos de temperatura de
forma inexplicable, y el ambiente hace que quienes se atreven a entrar se
sientan realmente incómodos. Además, se han registrado diferentes psicofonías
en las que alguien se muestra bastante agresivo.
Tal fue la importancia que este
monasterio abandonando consiguió, que el periodista Iker Jiménez le dedicó un
espacio en su programa “Cuarto Milenio”. Esto ha hecho que muchas más personas
se acerquen a tan misterioso lugar, deseosos de poder sentir en su piel los
inexplicables fenómenos que allí suceden.
No hay comentarios:
Publicar un comentario