lunes, 23 de diciembre de 2019

KRAMPUS, EL DIABLO DE LA NAVIDAD


En los países alpinos tiene lugar una antigua leyenda sobre Krampus, una especie de demonio, aliado de San Nicolás, que era enviado por este cuando los niños se portaban mal. Es representado como un demonio con cuernos, una larga lengua roja y una cabellera negra, portando un saco.


Según esta leyenda, Krampus merodea por las calles durante la noche del 5 al 6 de diciembre, que es conocida como "Krampusnacht" o noche de Krampus. Esta criatura puede aparecer sólo, o acompañado de San Nicolás, portando cadenas oxidadas y cencerros que hace sonar para asustar a todo aquel con quien se cruza. Durante esta noche, Krampus mete en su saco a los niños que se han portado mal, tras haberlos golpeado con una vara de abedul, para llevarlos a las profundidades del infierno donde los devora completamente. Su misión es asustar a los niños para que se porten bien. Por contra, durante el 6 de diciembre se celebra "Nikolaustag" o día de San Nicolás, en el que los niños buenos comprueban si han recibido regalos.


Como forma de representar esta tradición tan arraigada en esta zona de Europa, en Austria, algunos hombres se disfrazan de Krampus durante la "Krampusnacht", realizando un desfile y asustando a los niños.

No obstante, la iglesia católica prohibió durante años esta festividad por considerarla totalmente pagana y ofensiva para el sentido cristiano de la Navidad.

Además, durante la Segunda Guerra mundial, los fascistas quisieron también prohibir esta tradición, pues relacionaban la crueldad de Krampus con la forma de actuar de los socialdemócratas.

Afortunadamente, esta tradición no se perdió y la leyenda de Krampus ha seguido contándose hasta la actualidad.

Tal es la importancia y fama que esta figura mitológica ha alcanzado, que ha aparecido en diferentes series, películas, videojuegos o canciones.



sábado, 7 de diciembre de 2019

LOS FANTASMAS DE LA FACULTAD DE DERECHO DE CÓRDOBA


En la Calle Ronda de Andújar de Córdoba se encuentra la Facultad de Derecho, un lugar donde cientos de estudiantes pasan las horas entre apuntes y seres procedentes de otro plano.


Se trata de un amplio edificio del siglo XIII que, en su origen, fue un convento de carmelitas. Con el paso del tiempo, su uso cambió transformándose en un hospital materno infantil. Más adelante, se ubicó en su interior un manicomio y, durante la Guerra Civil, un hospital militar. Es por ello probable que la tragedia presenciase el lugar en más de una ocasión.
Diferentes testimonios repiten los mismos sucesos: ruidos extraños, voces, sillas que se mueven, puertas que se abren o se cierran, luces que se encienden o apagan solas, u objetos que cambian de lugar.

Hay quien asegura haber visto por la noche a mujer que, vistiendo un camisón ensangrentado, vaga por los pasillos mientras llora con angustia. Esto podría estar relacionado con el caso de niños robados que se desarrolló cuando el edificio era el hospital materno infantil. Además, hay quien asegura que, debido a las condiciones en las que se trabajaba, muchas mujeres fallecían durante el parto tras padecer un insoportable dolor.

Otro de los espíritus que los alumnos afirman haber visto es el de un hombre de baja estatura que, presuntamente, se trataría de un profesor que falleció tras sufrir un infarto mientras daba clase.

Una alumna explicó que una tarde estaba en uno de los pasillos cuando sintió una bocana de aire frío que la dejó sin respiración. Al final del pasillo, vio a un hombre que caminaba cojeando, vistiendo lo que parecía ser un pijama de hospital que, de repente, desapareció sin dejar rastro.

El equipo de vigilancia nocturna ha sido testigo de muchos sucesos extraños: la sensación de que alguien les mira, voces que les llama, golpes en lugares donde no hay nadie, o sombras que no pertenecen a nadie recorriendo las aulas.

Uno de los guardias de seguridad confesó que una noche estaba haciendo la ronda cuando escuchó ruidos en la segunda planta. Pensando que alguien se había colado en el edificio, subió a dicho piso para encontrar a quien estaba allí merodeando. Para su asombro, vio a un niño con ropa de otra época corriendo, huyendo de él.

Otro guardia llegó a escuchar toses, como si la persona que producía tal sonido estuviese muy enferma, aunque allí no había nadie que pudiese haber producido dicha tos.

Los guardias de seguridad confiesan que hay algunos sitios de la facultad por los que no pasan porque temen que algo a lo que no puedan enfrentarse les agreda.

Así mismo, el personal de limpieza también ha sido testigo de extraños fenómenos, como no poder entrar en una sala porque una fuerza invisible empujaba la puerta, objetos que se mueven solos o pisadas que recorren los pasillos.


Tal ha sido la importancia que los fenómenos paranormales de esta facultad han alcanzado, que el escritor Francisco José Bermúdez reflejó en el libro “Córdoba Misteriosa”, publicado en 2010, todos estos sucesos recogidos tras una minuciosa investigación.


Asimismo, la empresa “Córdoba Misteriosa”, que realiza rutas turísticas en las que se cuentan leyendas y sucesos paranormales de la ciudad, toma la Facultad de Derecho como uno de los puntos a mostrar a quienes se atreven a conocer los secretos que la ciudad esconde.


Es, por ello, la Facultad de Derecho de Córdoba un lugar que los amantes de lo paranormal deben visitar.


viernes, 22 de noviembre de 2019

LA DELEGACIÓN DE HACIENDA DE VITORIA


En Vitoria se construyó un inmenso convento de frailes franciscanos, fundado por el propio San Francisco de Asís en el siglo XIII, de más de 7000 m2.

Con el paso del tiempo, el uso que se daba al edificio fue cambiando: sala capitural, sala de juntas municipales, universidad, o incluso hospital. Finalmente, quedó abandonado hasta que en 1930 fue derribado, dando lugar a un solar de grandes proporciones que no fue utilizado hasta 1960, cuando se construyeron tres edificios: la comisaría de policía, los juzgados y el edificio de Hacienda.

Que se derrumbase el edificio iba en contra de la voluntad de Berenguela López, nieta de Alfonso IX y prima de Alfonso X y benefactora del convento. La mujer era, al parecer, ciega y lamentaba no poder ver la iglesia que se estaba construyendo en el pueblo gracias a sus donaciones. Poco antes de que la mujer falleciese, recuperó durante un instante la vista y pudo contemplar la iglesia que ansiaba poder ver, donde pidió se enterrada. Por ello, en su testamento, la mujer reflejó que si alguien se atrevía a derruir el edificio, una maldición caería sobre él.

La maldición parecía ser real pues, cuando se derribó el edificio, comenzaron a desarrollarse extraños sucesos en la zona.

En primer lugar, los obreros que trabajaban en la construcción del nuevo edificio denunciaron extraños sucesos como ruidos, golpes, presencias, u herramientas que cambiaban de lugar.

Cuando los tres edificios estuvieron operativos, principalmente el edificio de Hacienda, los vigilantes de seguridad comenzaron a explicar que habían visto siluetas de monjes recorriendo los pasillos, así como bruscos descensos de la temperatura o pasos de procedencia desconocida. Tal fue el miedo que se extendió por los guardias de seguridad, que se eliminaron las guardias nocturnas, sustituyéndose por vigilancia mediante cámaras y alarmas.

En una de las cintas de seguridad de la Hacienda, se pudo ver a un niño de unos 9 años jugando a la pelota en un pasillo para, posteriormente, desaparecer y aparecer, a continuación en otra estancia. Lo que no grabó ninguna cámara de seguridad es cómo aquel niño pudo entrar o salir del edificio.


Diferentes investigadores de lo paranormal llegaron a realizar psicofonías en las que se pueden escuchar sonidos de niños jugando, gritos, o incluso rezos.

Los funcionarios que trabajan en la Delegación de Hacienda cuentan que algunos objetos de sus escritorios desaparecen, para aparecer en lugares donde no es fácil dejarlos olvidados por un despiste. Además, han oído voces o gritos que no pertenecían a ninguno de sus compañeros. Algunos testimonios incluso relatan cómo algunos grifos se abren solos, algunas luces se encienden o apagan solas, los ascensores se activan sin que haya nadie dentro, o puertas cerradas con llave aparecen completamente abiertas.

Además, algunos peatones aseguran que, al pasar por delante del edificio, pudieron ver algunas siluetas en el interior siendo las más llamativas la de grupos de monjes, y la de un niño con una pelota. La gran mayoría de los testigos coincidían en la presencia de ese niño al que terminaron apodando como Andresito.
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Diferentes periodistas de lo paranormal como Jiménez del Oso o Iker Jiménez ha investigado los casos, no siendo capaces de esclarecer cuál es el origen de esas presencias, aunque todo parece estar relacionado con aquella maldición que se hizo realidad cuando el antiguo convento fue derribado.
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jueves, 14 de noviembre de 2019

EL PARADOR DE LIMPIAS


En Limpias (Cantabria) se encuentra el palacio del Conde Eguilior, un emblemático edificio de finales del siglo XIX y principios del XX que, tras ser abandonado, fue restaurado y actualmente es un Parador, conocido por la gran cantidad de actividades de ocio y relax que ofrece para todos los gustos y edades.
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Pero otro de los motivos por el que este parador ha conseguido fama es por los fenómenos paranormales se desarrollan en su interior. Según cuentan diferentes testimonios, es posible ver la figura fantasma de Margarita, sobrina del conde de Eguilior; una joven que disfrutaba tocando el piano y que falleció con sólo 29 años tras sufrir una pulmonía. Aunque es posible toparse con otras dos figuras: el hijo de Margarita y uno de los sirvientes del palacio, cuyo cadáver despareció de su tumba sin dejar rastro.

La primera persona en aventurarse a investigar el palacio cuando éste se encontraba abandonado fue la médium Stefanie Anita Lauda García, quien dirigía el equipo de investigación paranormal “Grupo Icoa”. El equipo permaneció varias noches en el lugar realizando sesiones de espiritismo, grabando psicofonías, obteniendo respuestas en algunas de ellas, y tomaron fotografías del lugar pudiendo captar extrañas siluetas.
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Años más tarde, cuando el edificio ya había sido convertido en parador, la médium regresó al edificio para realizar una nueva investigación, tratando de abrir “puertas” a los entes que merodean por el edificio, especialmente al de Margarita, pues es a quién con más frecuencia han visto los testigos. Tras colocar una grabadora en la escalera, ésta grabó una voz masculina bastante profunda que decía “Mátala”. Además, la mujer colocó un detector de presencia y, tras invocar a los entes del parador de Limpias, la aguja del detector se desplazó hasta marcar el máximo nivel de biomasa en el edificio.
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Tras tomar algunas fotos, las imágenes salieron llenas de orbes, lo cual correspondería con las presencias que marcaba dicho detector. Toda esta investigación fue recogida por la misma investigadora en su primer libro “Al final de la Espiral”, así como en su blog personal http://misteriostenebrosos.com.
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Aunque la médium había acudido al edificio antes de que se realizasen las reformas, cuando estas comenzaron a finales de los años 90, el edificio de los que los operarios que allí trabajaban eran testigos: sonidos extraños, golpes, objetos que cambiaban de sitio, bombillas que parpadeaban y, lo más extraño de todo, el sonido de un piano. Tal fue la tensión que se vivió durante las obras, que algunos obreros se negaron a seguir trabajando por el miedo que aquella situación les producía.
Cuando el parador abrió sus puertas al público, diferentes testigos confesaron haber visto extrañas sombras moviéndose por los jardines o los pasillos, así como la silueta de una mujer (posiblemente se trate de Margarita), llevando de la mano a un niño.
Pero quizás, uno de los puntos más importantes del parador es la habitación 205, la única del parador que, según los recepcionistas, conserva varios muebles originales de cuando el edificio era un palacio, y en la que se ha podido captar una silueta femenina tumbada en la cama.

Atraído por el parador, el periodista Iker Jiménez visitó e investigó el lugar cuando trabajaba en el programa de radio “Milenio 3”.

El Parador de Limpias ofrece, no sólo la oportunidad de descansar y realizar diferentes actividades para romper con la rotuna, sino una oportunidad a los más valientes para cruzar las barreras con el mundo paranormal.

jueves, 7 de noviembre de 2019

LA CRIPTA DE LOS GÁLVEZ


En el municipio de Macharaviaya (Málaga) se encuentra la Cripta de los Gálvez. Un panteón familiar construido en 1785, situado bajo la iglesia de San Jacinto. Esta familia ilustre, procedente de Córdoba, se instaló en el siglo XV en el pueblo de Macharaviaya, convirtiéndose en mecenas del lugar.
A principios de los años 90, comenzaron las obras de restauración de la cripta para mejorar su aspecto de cara a los turistas que acuden a visitar tan emblemático lugar. Una tarde, cuando se acercaba el anochecer, un par de obreros sevillanos que trabajaban en las obras, aseguran haber visto varias siluetas caminando por la zona del altar de la cripta hasta desaparecer atravesando el muro. Tras ese suceso, los dos obreros regresaron a Sevilla prometiéndose no volver a pisar aquella cripta.

El origen de estas apariciones surgió en el siglo XIX a raíz de una promesa incumplida por los habitantes del pueblo. Al parecer, cuando la familia Gálvez llego a Macharaviaya, pidió a los ciudadanos que, a cambio de aportar dinero a la población, estos debían realizar misas tras su fallecimiento en la cripta el día después de la festividad de Todos los Santos y todos los viernes del año, pidiendo por las almas de quienes allí se encontraban sepultados. No obstante, con el paso de los años, las nuevas generaciones fueron olvidando aquella promesa, hasta incumplirla por completo. Esa promesa rota habría hecho que las almas de los Gálvez comenzasen a vagar por la cripta.
Tratando de averiguar la veracidad de los hechos, un grupo de parapsicólogos acudió a la cripta, donde realizó una sesión de espiritismo, pudiendo contactar con un espíritu que aseguraba estar sepultado en uno de los nichos de la cripta, pidiéndoles que se marchasen. Los parapsicólogos se negaron a dejar el mausoleo y, a modo de respuesta, todas las luces del lugar se apagaron de golpe. Además, se realizaron algunas psicofonías en las que se captaron voces hablando en castellano antiguo.
Otro suceso interesante está relacionado con el de la lápida de una joven que, al parecer, murió en 1920, con tan solo 21 años, en esa misma cripta durante su boda. Son muchos los testigos que aseguran haber visto una imagen espectral llevando un vestido de novia, vagando por los escalones del altar.
Además, existe una leyenda que cuenta que, bajo la cripta se encuentra enterrado el tesoro de los Gálvez, siendo el lugar más probable el marcado con la huella de una cruz rodeada por la huella de monedas. No obstante, nadie ha tenido el valor de comprobarlo por miedo a desatar fenómenos paranormales más potentes.

Todos estos sucesos han convertido la cripta de los Gálvez en un lugar interesante para quienes quieren encontrarse con el mundo paranormal.

viernes, 1 de noviembre de 2019

EXPERIENCIA PARANORMAL II

En una ocasión, estuve unos meses trabajando en un pueblo de Jaén. Encontré un anuncio de un piso y contacté con la mujer que lo alquilaba. Al principio, la mujer se mostró algo reacia a alquilarme el piso y me hizo muchas preguntas porque, según me contó, los anteriores inquilinos se habían marchado de repente sin devolverle las llaves y sin dar ningún tipo de explicación.

En el piso me encontraba a gusto, al igual que en el pueblo, sin que ocurriese ningún incidente. Entonces llegó junio, el último mes en que estaría en aquel destino. Una noche me desperté con una extraña sensación, y pude notar como si una mano huesuda me agarrase con fuerza de la cabeza. No me atrevía a moverme porque pensé que era mejor fingir que no notaba nada. Pero entonces, en medio de la oscuridad pude vislumbrar una silueta, e incluso me pareció sentir una respiración. Por suerte, no entré en pánico, me tranquilicé y conseguí volver a dormirme.

Me olvidé de aquel suceso hasta que algunos días más tarde noté cómo la temperatura de la habitación bajaba a pesar de ser una noche bastante calurosa. Entonces, comencé a notar un cosquilleo en el pelo, como si alguien me lo acariciase. A continuación, sentí que el colchón se hundía, como si alguien se hubiese sentado en la cama junto a mí para, posteriormente, notar presión en todo el cuerpo, como si alguien se hubiese tumbado encima de mí. Por suerte, la sensación duró sólo algunos segundos y me volví a dormir quitándole importancia a lo sucedido.

Una de las últimas noches que pasé en aquel piso, pues se terminaba mi contrato de trabajo, fue bastante desagradable. La puerta de mi dormitorio desde fuera sólo se puede abrir con una llave. Si la llave no está puesta, la puerta no se podía abrir. Aquella noche estaba soñando que me había dejado la llave puesta en la cerradura, pues siempre acostumbraba a meter la llave dentro del dormitorio por las noches, y que alguien podría colarse en la habitación. De repente, como si fuese la respuesta a mi sueño, la puerta se abrió completamente haciendo mucho ruido. Tal fue el susto, que di un salto en la cama. Me levanté con las pulsaciones a mil, y vi que la llave efectivamente estaba en la cerradura, por lo que la cogí, cerré la puerta y me volví a acostar pensando en la extraña coincidencia de que hubiese ocurrido lo que estaba soñando. Entonces, pude escuchar arañazos en la puerta y, a los pocos segundos, la temperatura de la habitación descendió bruscamente. Además, me pareció escuchar una especie de carraspeo junto al escritorio.

Pero la que para mí fue la peor noche fue la penúltima que pasé en aquel piso. Aquella noche, antes de acostarme, estaba viendo una película en el portátil. Mientras la veía, la bombilla de la habitación empezó a parpadear de forma extraña, pero supuse que era algo normal. Al poco, la luz se fue en toda la calle dejándome sólo con la luz que emitía la pantalla del portátil, creando un ambiente bastante extraño. Poco antes de que terminase la película la luz volvió y, cuando terminé de verla, me acosté. De repente, me desperté de madrugada escuchando un extraño sonido metálico. Estuve escuchando hasta que caí en la cuenta que el sonido eran las perchas entrechocando dentro del armario. Cogí el móvil para mirar la hora y eran exactamente las 3:33. Estuve un buen rato tumbado en la cama escuchando el sonido de las perchas chocando unas con otras. Entonces, me levanté y fui al armario a mirar qué sucedía, aunque no sé si hice bien o no, pero las perchas estaban completamente quietas y no se escuchaba ese sonido, por lo que me volví a acostar. Al rato, comencé a oírlas otra vez. Pero no fue lo peor, pues la temperatura bajó de golpe, a pesar de estar en plena ola de calor, y en la habitación apareció un fuerte olor a podrido. Deseé salir de allí y huir, pero como no sabía dónde ir, me obligué a dormir.

La última noche quedé con unos compañeros de trabajo para tomar algo en un bar y así poder despedirme de ellos. Cuando nos separamos, me dirigí al piso y, al ver mi habitación a oscuras desde la calle, me dio miedo entrar, por lo que estuve dando vueltas por el pueblo. Pero pensé que no podía pasar así toda la noche pues a la mañana siguiente tenía que conducir y tenía que descansar así que me armé de valor y subí al piso prometiéndome que si pasaba algo extraño me iría a dormir al coche sin pensarlo.

Afortunadamente, aquella noche no me pasó nada inusual y pude dormir bien. A la mañana siguiente, cuando metí todas las cosas en el coche, llamé a la dueña del piso para entregarle las llaves. En ese momento tuve la tentación de contarle lo sucedido, pero preferí no hacerlo por lo que pudiese pensar. Tras despedirme de ella, me monté en el coche y regresé a mi casa. Mientras conducía, reflexioné sobre los anteriores inquilinos y me pregunté si había algo más que una simple gamberrada en su precipitada huida. Me llegué a preguntar si habían hecho algo indebido, como una ouija, que había despertado “algo” en ese piso, o si se marcharon de esa forma porque ese “algo” que me había molestado les había acosado también a ellos. Y, mientras lo hacía, deseé no llevarme ningún ente pegado a mí. Por suerte, no fue así y todos los extraños sucesos quedaron dentro de aquel piso, aunque creo que si hubiese tenido que permanecer más tiempo en ese piso me habría terminado volviendo loco.

jueves, 31 de octubre de 2019

RELATO V


Mientras corría por el sótano podía escuchar a mi amigo contar. Rápidamente, encontré un escondite junto a una estantería metálica que contenía algunos cubos de pintura. Rápidamente, mis amigos fueron escondiéndose hasta que la luz del sótano se apagó. Mi amigo había dejado de contar. La puerta del sótano se abrió con un chirrido y, sumido en la oscuridad, pude escuchar a mi amigo bajar la escalera, cuyos peldaños crujían bajo su peso. Poco a poco, fue bajando hasta llegar al suelo. No podía ver nada, pues estaba todo totalmente a oscuras. Podía escuchar los latidos de mi corazón en medio de aquella oscuridad y, a lo lejos, los pies de mi amigo arrastrándose con torpeza con miedo de tropezar o chocarse con algún objeto. En ese momento, sentí un cosquilleo recorriéndome la mejilla y me sacudí la cara frenéticamente quitándome de encima lo que me pareció una araña. Sólo de pensar en aquellas ocho patas moviéndose me recorrió un escalofrío todo el cuerpo.
Escuché un sonido cerca de mí, algo que se arrastraba, y una respiración. Alguien se chocó conmigo.
-Perdona-dijo con un susurro una voz femenina.
Me pegué aún más junto a la estantería para que esa persona se escondiese. Pensé que si se había cambiado tan rápido de escondite es porque habían estado a punto de pillarla.
En ese momento, algo golpeó con fuerza la estantería, provocando que el sonido metálico se extendiese por todo el sótano. Atraído por el sonido, mi amigo se acercó hacia donde estábamos. En medio de la oscuridad, y sin atreverme a salir de mi escondite, me pregunté quién había golpeado la estantería. Entonces, un nuevo golpe sacudió la estantería y luego, otro más fuerte, hizo que los botes de pintura cayesen al suelo. Entonces, una mano huesuda tocó mi cabeza y grité antes de salir corriendo sin saber a dónde ir. En mi carrera por el sótano, me choqué con alguien y caí al suelo. Entonces una mano me agarró de la pierna con fuerza.
-¡No! ¡Suéltame!
-Esa voz… ¡Antonio! ¡Te he pillado!
Me quedé inmóvil durante varios segundos hasta que la luz se encendió. Parpadeé varias veces para que mis ojos se acostumbrasen a la brillante bombilla y miré a mi alrededor. Todos me miraban con una mueca en la cara. Miré al sitio donde me había escondido y vi los botes de pintura en el suelo pero no había nadie allí escondido. Me levanté y una chica, la dueña de la casa en la que jugábamos a “Las Tinieblas” preguntó con cierto enfado:-¿Quién ha tirado los botes? Podíais tener más cuidado. ¿Quién se ha escondido ahí?
Me mordí el labio y dije:-Yo me he escondido ahí. Pero cuando la luz estaba apagada alguien más se ha escondido conmigo. Esa persona debe haber tirado los botes.
Miré a mis amigos, pero nadie parecía querer confesar quién había sido. Es más, sus caras reflejaban que en ningún momento habían usado la estantería como escondite.
Sin terminar de comprender lo ocurrido, subí por las escaleras, salí del sótano y empecé a contar hasta veinte. Al terminar de contar, pulsé el interruptor para apagar la luz del sótano, abrí la puerta, entré, la cerré a mis espaldas y, agarrándome a la barandilla, comencé a bajar tratando de recordar el número de escalones que había. Estaba llegando al final cuando sentí cómo alguien me arañaba la mano por lo que, dando un grito, la quité del pasamanos.
Llegué abajo y me detuve unos segundos tratando de escuchar algún movimiento pero, al no oír nada, comencé a caminar con los brazos estirados hacia adelante. En ese momento, escuché una voz en un rincón del sótano, por lo que me acerqué hasta allí. Cuando estaba llegando, pude sentir una respiración, estiré la mano y agarré un brazo. Empecé a tantear tratando de averiguar de quién se trataba. Fui recorriendo el brazo, el hombro, la cara y, finalmente, el largo cabello. No era capaz de saber de quién se trataba. Entonces, aquella persona, soltó una risa heladora que se escuchó por todo el sótano. A continuación, sentí un aliento fétido junto a mí y unas manos que agarraban mis muñecas con fuerza clavándome las uñas y produciendo que brotase un hilo de sangre de ellas. Comencé a gritar y a pedir que me soltara.
-¡No!-dijo aquel ser con voz gutural.
Grité y pedí ayuda a mis amigos, pero no obtuve respuesta. Todos los objetos del sótano comenzaron a vibrar, la luz se comenzó a encender y a apagar sola de forma intermitente permitiéndome ver objetos volando por toda la habitación, manchas de sangre por las paredes y el suelo, pero ni rastro de mis amigos. Miré a la mujer que me había agarrado: sus ojos blanquecinos, sus dientes podridos, el pelo que se le caía. Aquella imagen era espantosa. Grité con todas mis fuerzas hasta que me faltó el aire. La decrépita mujer acercó su descompuesto rostro al mío mientras una espesa baba caía de su boca. Sentí una arcada. La mujer me abrió la boca y expulsó todo su apestoso aliento en ella. Me desmayé.
Cuando desperté, estaba tumbado en un sofá. Miré a mi alrededor y vi a mis amigos mirándome con preocupación. Al preguntar qué había ocurrido, me explicaron que, cuando entré en el sótano, comencé a hablar sólo mirando a una esquina y a gritar, por lo que encendieron la luz. Según me explicaron, me había quedado inmóvil, como si estuviese en una especie de trance del que no eran capaces de sacarme hasta que caía al suelo inconsciente.
Me incorporé, aunque me dolía la cabeza como si me fuese a estallar. Quería irme a mi casa, pero a mis amigos no les parecía buena idea, por si volvía a desmayarme. No les escuché y salí de la casa.
Mientras caminaba por la calle me sentía realmente extraño. Entonces sentí un extraño escozor en el dorso de la mano derecha, por lo que miré y vi un profundo arañazo. Extrañado, miré la palma de mi mano y vi restos del cabello de alguien, como si hubiese tirado a alguien del pelo. Entonces me miré las muñecas y vio sendas marchas de uñas. Vomité sobre la acera y, al hacerlo, vi que el vómito era negro. Me encontraba realmente mal. Sentía los ojos cansados. Sólo quería llegar a casa y comer la carne más deliciosa de todas: la humana.


domingo, 27 de octubre de 2019

EL BOSQUE DE ORRIUS


En Barcelona se encuentra el bosque de Orrius, un extenso bosque que siempre se ha creído que está embrujado por los aquelarres y rituales que allí han tenido lugar. Además, hay quien dice que el bosque es el hogar de trasgos y duendes.
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El bosque, que presenta un maravilloso entorno para practicar senderismo, es especialmente llamativo por las extrañas rocas que hay en su interior, tomando la forma de diferentes animales o rostros humanos, cuya antigüedad u origen son inciertos, otorgando al bosque un ambiente cargado de magia y misterio.
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Entre una de las rocas más características se encuentra la “Roca de las Cruces”. Según se cuenta, en el bosque habitó Perot Rocaguinarda, un peligroso bandolero del siglo XV que, cada vez que asaltaba y asesinaba a un caminante, añadía una cruz a la roca. Debido a la importancia que tuvo este bandolero, Miguel de Cervantes le introdujo en un episodio de la segunda parte del Quijote, bajo el nombre de “Roque Guinart”.
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Otra roca llamativa es la “Roca Taladrada”, pues se trata de una roca con un agujero que permite a un grupo de personas meterse en ella.
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En su interior se han encontrado restos de hollín que indicarían que se han realizado fogatas en su interior. Además, diferentes investigadores de lo paranormal han realizado psicofonías, captando voces que respondían a sus preguntas. Por ello, se cree que en el interior de la roca se encuentra una puerta al “otro lado”.

Además, son muchos los que al adentrarse en el bosque se han sentido observado por seres a los que no podían ver e incluso desorientados, teniendo la sensación de que el tiempo pasa más despacio cuando uno está dentro del bosque.

La escritora Laura Falcó habla en su libro “Ecos del Pasado” sobre el misterio y la magia que esconden el bosque de Orrius entre sus frondosos árboles.
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La autora explica que el bosque ofrece paz y ayuda para meditar a los paseantes por el día, pero que durante la noche, la tranquilidad es absorbida por los habitantes del “otro lado”, convirtiendo el bosque en un lugar tétrico.

El bosque de Orrius es un lugar mágico que nos invita a pasear por él contemplando sus rocas esculpidas, siempre que no caigamos en manos de alguno de los seres del “otro lado” que merodean por él.
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