viernes, 22 de noviembre de 2019

LA DELEGACIÓN DE HACIENDA DE VITORIA


En Vitoria se construyó un inmenso convento de frailes franciscanos, fundado por el propio San Francisco de Asís en el siglo XIII, de más de 7000 m2.

Con el paso del tiempo, el uso que se daba al edificio fue cambiando: sala capitural, sala de juntas municipales, universidad, o incluso hospital. Finalmente, quedó abandonado hasta que en 1930 fue derribado, dando lugar a un solar de grandes proporciones que no fue utilizado hasta 1960, cuando se construyeron tres edificios: la comisaría de policía, los juzgados y el edificio de Hacienda.

Que se derrumbase el edificio iba en contra de la voluntad de Berenguela López, nieta de Alfonso IX y prima de Alfonso X y benefactora del convento. La mujer era, al parecer, ciega y lamentaba no poder ver la iglesia que se estaba construyendo en el pueblo gracias a sus donaciones. Poco antes de que la mujer falleciese, recuperó durante un instante la vista y pudo contemplar la iglesia que ansiaba poder ver, donde pidió se enterrada. Por ello, en su testamento, la mujer reflejó que si alguien se atrevía a derruir el edificio, una maldición caería sobre él.

La maldición parecía ser real pues, cuando se derribó el edificio, comenzaron a desarrollarse extraños sucesos en la zona.

En primer lugar, los obreros que trabajaban en la construcción del nuevo edificio denunciaron extraños sucesos como ruidos, golpes, presencias, u herramientas que cambiaban de lugar.

Cuando los tres edificios estuvieron operativos, principalmente el edificio de Hacienda, los vigilantes de seguridad comenzaron a explicar que habían visto siluetas de monjes recorriendo los pasillos, así como bruscos descensos de la temperatura o pasos de procedencia desconocida. Tal fue el miedo que se extendió por los guardias de seguridad, que se eliminaron las guardias nocturnas, sustituyéndose por vigilancia mediante cámaras y alarmas.

En una de las cintas de seguridad de la Hacienda, se pudo ver a un niño de unos 9 años jugando a la pelota en un pasillo para, posteriormente, desaparecer y aparecer, a continuación en otra estancia. Lo que no grabó ninguna cámara de seguridad es cómo aquel niño pudo entrar o salir del edificio.


Diferentes investigadores de lo paranormal llegaron a realizar psicofonías en las que se pueden escuchar sonidos de niños jugando, gritos, o incluso rezos.

Los funcionarios que trabajan en la Delegación de Hacienda cuentan que algunos objetos de sus escritorios desaparecen, para aparecer en lugares donde no es fácil dejarlos olvidados por un despiste. Además, han oído voces o gritos que no pertenecían a ninguno de sus compañeros. Algunos testimonios incluso relatan cómo algunos grifos se abren solos, algunas luces se encienden o apagan solas, los ascensores se activan sin que haya nadie dentro, o puertas cerradas con llave aparecen completamente abiertas.

Además, algunos peatones aseguran que, al pasar por delante del edificio, pudieron ver algunas siluetas en el interior siendo las más llamativas la de grupos de monjes, y la de un niño con una pelota. La gran mayoría de los testigos coincidían en la presencia de ese niño al que terminaron apodando como Andresito.
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Diferentes periodistas de lo paranormal como Jiménez del Oso o Iker Jiménez ha investigado los casos, no siendo capaces de esclarecer cuál es el origen de esas presencias, aunque todo parece estar relacionado con aquella maldición que se hizo realidad cuando el antiguo convento fue derribado.
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