En la
calle Fray Luis de Granada de Valladolid se encuentra una casa renacentista del
siglo XVI perteneciente a los Marqueses de Revilla. Este inmueble sencillo de
dos plantas, con sótano y jardín, fue alquilado por los padres del poeta
José Zorrilla, que vivió allí durante los primeros siete años de su vida,
haciéndolo de nuevo tras regresar de México en 1866.
Siendo niño, el poeta siempre
mostró un gran interés por cuestiones esotéricas, además de llegar a escribir
estando sonámbulo.
No
obstante, su mayor encuentro con el mundo paranormal tuvo lugar cuando tenía
cinco años, tal y como explica en su obra autobiográfica “Recuerdos del Tiempo
Viejo”. En la casa había una habitación de la que estaba prohibido hablar y que
nunca se abría, salvo cuando las criadas accedían a ella para abrir la ventana
y permitir que el aire entrase a su interior, cerrando posteriormente la
puerta. No obstante, en una ocasión una de las criadas olvidó cerrar la puerta
con llave por lo que Zorrilla, lleno de curiosidad, entró. En aquella
habitación vio, según su descripción, sentada en el sillón a una señora de
cabello empolvado, encajes en los puños y ancha falda de seda verde a quien él
no había visto antes. La mujer le hizo señas para que se acercase a ella, lo
que el poeta hizo. La mujer le cogió de la mano y le acarició el cabello
mientras decía con voz suave que era su abuela paterna, la cual había fallecido
antes de que el poeta naciese. Para José Zorrilla aquel encuentro fue real y
pudo sentir realmente el contacto de aquellas manos que le llenaron el cuerpo
de calidez.
En el
mismo libro, Zorrilla relata que, cuando tenía alrededor de doce años fue a
Torquemada, pues allí se encontraba la casa en la que nació su padre. Se
encontraban los dos en el desván cuando Zorrilla encontró cubierto de polvo el
retrato de una mujer. Aquella mujer, de nombre Nicolasa, fue la anciana que se
presentó como su abuela.
Tras aquel suceso, José Zorrilla
no volvió a encontrarse con su abuela, o al menos no lo quiso dejar reflejado
en su obra.
Tras
la muerte del poeta en 1893, el Ayuntamiento de Valladolid adquirió el
inmueble para convertirlo en un museo, habilitándose la planta baja como
biblioteca.
Se
conservaron varios muebles originales del poeta, como el escritorio en el que
murió mientras escribía.
Además, es posible encontrar la máscara funeraria del
autor, que se utilizó para la realización del monumento al poeta que se
encuentra en la Plaza de Zorrilla de dicha localidad.
Pero
los problemas comenzaron en 2007 cuando, tras la remodelación del museo, se
decidió quitar la habitación de la abuela Nicolasa del circuito de visitas. En
ese momento, según el testimonio de diversos empleados, diferentes fenómenos
inexplicables se desarrollaron: las luces se encendían y se apagaban solas, los
proyectores con los que se enseñan videos informativos a las visitas se ponían
en marcha, algunos muebles se movían, los cajones se abrían, algunos espejos se
rompían y varios objetos desaparecían.
Tal
fue la desesperación de los trabajadores de la Casa de Zorrilla que pidieron
que esa habitación volviese a ser parte del recorrido turístico de la casa.
Tras conseguirlo, los inexplicables sucesos dejaron de desarrollarse.
Actualmente,
aunque esta habitación atrae a muchos turistas que esperan poder ser testigos
de la manifestación de la abuela Nicolasa, no se han vuelto a producir hechos
paranormales. No obstante, quizás la abuela de José Zorrilla sigue allí,
observando en silencio a quienes deciden visitar su habitación.