El
Museo Reina Sofía, situado en Madrid, se inauguró en 1992 y actualmente expone
arte de los siglos XX y XXI.
Dicho
museo se sitúa donde antiguamente se ubicaba un albergue en el que se alojaban
mendigos y personas sin recursos, quienes eran enterrados allí tras su muerte.
Posteriormente, se construyó en aquel mismo lugar un nuevo edificio durante el
reinado de Felipe II, pues pretendía construirse un hospital para centralizar
las diferentes casas de salud que estaban dispersas por la ciudad. Este
hospital recibió el nombre de “Hospital General de Madrid”.
Finalizada su
construcción comenzó el traslado de los enfermos a este nuevo hospital. El
edificio llegó a tener diecisiete salas, siendo ocupadas cada una por 60
enfermos. El ingreso de pacientes era prácticamente constante. Esta situación
llevó a los servicios asistenciales al límite, pues durante las diferentes
guerras del Imperio Español sus estancias se abarrotaron de soldados. El
hospital cada vez estaba más empobrecido, por lo que fue necesario buscar
diferentes formas de financiación como la rifa de objetos donados por los pacientes
y sus familias.
Además, debido a las diferentes
epidemias que asolaron Madrid, murieron miles de personas en este hospital. Tal
era la situación, que los cadáveres se amontonaban, por lo que muchos fueron
enterrados en el subsuelo del propio edificio. Por ese motivo, el número de
osarios que allí se encontraban era enorme.
Durante el siglo XIX comenzaron
los rumores sobre extrañas apariciones pues, según el testimonio de varios
pacientes, en las habitaciones aparecían fantasmas para anunciarles que su
muerte estaba próxima.
Durante
la Guerra Civil se convirtió en un hospital de sangre y en una prisión. Entre
sus muros se torturó y ejecutó a una gran cantidad de personas, amontonándose
los cuerpos sin vida en los pasillos.
Al
finalizar la guerra, el edificio se reabrió como Hospital General de Madrid,
cerrando sus puertas en 1965.
Durante años permaneció abandonado y se planteó
su demolición, pero la Dirección General de Bellas Artes consiguió que en 1977
fuese declarado edificio histórico-artístico. Finalmente, en el edificio se
abrió el Museo Reina Sofía.
No
obstante, durante las obras de acondicionamiento del museo tuvieron lugar
diferentes macabros hallazgos tales como esqueletos, calaveras o cadáveres de
niños. Durante una de las fases de remodelación se encontraron tres monjas
momificadas enterradas en la capilla del antiguo hospital. Actualmente, ese
lugar se utiliza como sótano y, según aseguran los empleados del museo, es el
lugar en el que se producen la mayoría de los fenómenos paranormales.
Y es
que, desde que se inaugurase el museo, este emblemático edificio ha sido
protagonista de sucesos inexplicables que han producido crisis nerviosas o
episodios de ansiedad entre los empleados, algunos de los cuales se vieron
obligados a solicitar la baja laboral. Figuras con forma humana que se
desplazaban por las salas, monjas que se pasean haciendo sonar sus rosarios,
voces, gritos y quejidos en salas vacías, puertas que se abren y cierran solas,
o alarmas que se activan sin motivo aparente son sólo algunos de los
testimonios recogidos por los empleados.
Tal
fue la repercusión de estos sucesos que el grupo Hepta, un equipo de
profesionales que investigan sucesos paranormales, dirigido por el sacerdote
José María Pilón, decidió estudiar la situación.
Por ello, acudieron al museo
siendo testigos de fenómenos inexplicables como que los ascensores se activasen
solos por las noches, a pesar de haber desactivado el suministro de energía
eléctrica. Utilizando diferentes aparatos descubrieron que tras la pared de un
almacén había cuerpos enterrados, por lo que pidieron permiso para poder hacer
un orificio en la pared, encontrando una serie de lápidas antiguas.
Además,
su investigación les ayudó a descubrir que los sucesos comenzaron cuando la
famosa obra de Picasso, el Guernica, fue trasladado del Casón del Buen Retiro a
dicho museo.
Por ello, hay que aseguraba que se trataba del fantasma del pintor
enfadado por el traslado de su cuadro a otro lugar. Aunque una médium confirmó
que se trataba del espíritu de un sacerdote que murió torturado durante la
Guerra Civil en una zona del hospital que fue utilizada como cárcel. Un
fotógrafo, previamente autorizado, tomó una fotografía del Guernica cuando se
encontraba solo en la sala. Al revelar la fotografía pudieron ver la figura de
un hombre justo delante de la obra de Picasso.
No
obstante, según cuenta el periodista Ángel del Río, algunos vigilantes nocturnos,
quitándole seriedad a la existencia de un fantasma, decidieron invocarle
mediante una sesión con la tabla ouija. El espíritu, que se presentó como un
hombre llamado Ataúlfo que fue ejecutado tras asesinar a cinco personas, les
comunicó que uno de los presentes se debía preparar para sufrir una gran
desgracia. A los pocos días, un familiar de aquel vigilante falleció en un
accidente de tráfico. Por este motivo, fueron varios los empleados que pidieron
el traslado a otro centro. Pero aquel no fue el único ente que contacto con
ellos, pues diferentes espíritus de distintas épocas se comunicaban con ellos
contándoles el motivo por el que sus almas vagaban sin encontrar el tan
esperado descanso eterno.
Actualmente,
no ha vuelto a haber indicios de actividad paranormal. Quizás los espíritus
atormentados han encontrado la forma de pasar al otro lado. O quizás los
miembros del Museo se han esforzado por ocultar todos los sucesos inexplicables
que suceden. Sea como sea, el Museo Reina Sofía es un lugar que invita a los
turistas, no solo por sus importantes obras de arte, si no por los secretos que
esconde y que aún quedan por descubrir.
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