jueves, 14 de junio de 2018

DEAR DAVID I


El 7 de agosto de 2017 el ilustrador Adam Ellis, residente en Nueva York, publicó en su cuenta de twitter (https://twitter.com/moby_dickhead) que en su apartamento estaban ocurriendo cosas extrañas.

La historia comenzó en junio cuando el joven se encontraba durmiendo. Según explica, son frecuentes los episodios en los que sufre parálisis del sueño. Aquella noche volvió a sufrirlo y pudo ver, sentado en una mecedora verde que hay junto a su cama, a un niño con la cabeza deforme y abollada en el lateral derecho. Al principio, aquel niño sólo le miraba; pero entonces se levantó y se acercó a la cama. Justo cuando estaba a escasos centímetros de Adam, el joven se despertó gritando. Tal fue el impacto que le causó, que realizó un dibujo de aquel niño.

Al cabo de algunas noches, Adam soñó que entraba en una biblioteca. Allí, una chica se le acercaba y le dijo:-Has conocido a “Dear David”, ¿no?- Al ver la cara de extrañeza de Adam, la joven dijo:-"Dear David". Le viste. Está muerto. Sólo aparece a medianoche y le puedes hacer dos preguntas si dices “Dear David” primero. Pero nunca trates de hacer una tercera pregunta o te matará.

Aquel sueño extrañó a Adam, pero decidió no darle importancia pues pensaba que su subconsciente jugaba con él y había decidido juntar aquel sueño con la aparición de aquel extraño niño.

Pasaron las semanas sin ningún tipo de incidente, pero entonces volvió a soñar con "Dear David", que volvía estar sentado en la misma mecedora verde, mirándole fijamente. Adam se armó de valor y le pregunto:-Dear David, ¿cómo moriste?-A lo que el niño murmuró:-Un accidente en una tienda.-Adam preguntó:-Dear David, ¿qué ocurrió en esa tienda?-A lo que el niño respondió:-Alguien tiró una estantería sobre mi cabeza.-Adam le miró y gritó escandalizado:-¿Quién lo hizo?-Pero aquella vez David no dijo nada. En ese momento, Adam se percató de que había hecho tres preguntas y se despertó totalmente aterrado.
A la mañana siguiente, Adam buscó en internet accidentes en tiendas, pero no pudo encontrar nada relacionado con un niño llamado David. Incluso probó con diferentes nombres que fuesen parecidos, pero no hubo resultados. Aun así, Adam no le dio importancia pensando que todo era un sueño y que nada malo le podía pasar.

Varias semanas después, el apartamento de arriba del dúplex donde Adam vivía se quedó vacío. El joven decidió mudarse, pues aquel apartamento era más grande que el suyo. Una vez allí, pasaron un par de meses y Adam llegó a olvidarse de David. Quizás le había perdido la pista.

Y así, Adam comenzó el mes de agosto, sin preocupaciones. Pero la tranquilidad no tardaría en desaparecer, pues comenzaron a suceder cosas extrañas y sin sentido en el nuevo apartamento. Durante varias noches seguidas, concretamente a medianoche, sus dos gatos comenzaron a maullar y a olisquear delante de la puerta principal, como si hubiese algo al otro lado.
Adam no sabía si darle importancia o no, aunque aquella actitud le inquietaba.

Una noche tuvo un extraño presentimiento y decidió mirar por la mirilla. Al hacerlo pudo ver movimiento al otro lado. Adam abrió la puerta y encendió la luz, no había nadie allí, pero sus gatos se parecían nerviosos, con el lomo erizado.
Durante varias noches, los gatos siguieron con aquella extraña conducta, hasta que una noche Adam escuchó un ruido al otro lado de la puerta, por lo que cogió el móvil e, incapaz de abrir la puerta por miedo a lo que pudiese encontrar, hizo una foto a través de la mirilla. Miró la foto y vio una sombra extraña en el borde la escalera. Adam pensó que era un efecto de la mirilla, por lo que hizo una segunda foto y, al mirarla, observó que esa sombra no aparecía esa vez. Comparó las dos fotos, comprobando que la luz y las manchas en las fotos eran las mismas, pero en una aparecía aquella inexplicable sombra que en la otra foto no aparecía.

Adam intentó no pensar en aquello, pues todo debía tener una explicación, y se fue a dormir mientras sus gatos continuaban maullando delante de la puerta.

Los días pasaron y sus gatos seguían con aquella actitud a medianoche, lo que se había convertido en casi una rutina. Además, no se sentía seguro y decidió probar una aplicación del móvil que graba cualquier sonido producido durante la noche, simplemente por curiosidad. A la mañana siguiente vio que la aplicación había grabado 33 audios. Los escuchó todos sin encontrar nada significativo, salvo en tres de ellos. A diferencia del resto, en aquellos tres se escuchaba un zumbido eléctrico. En la primera grabación, se oía un chasquido como de una puerta abriéndose y aquel zumbido. En la segunda, se escuchaba lo que parecían pasos lentos, como si caminase alguien con cierta dificultad para hacerlo. En la tercera, se escuchaba un extraño sonido, Adam murmurando en sueños como si algo le perturbase, y aquel chasquido que parecía una puerta abriéndose.

Afortunadamente, Adam dejó de soñar con "Dear David" y casi llegó a olvidarse del tema. Además, se fue de viaje durante un fin de semana con unos amigos. Durante el viaje, se compró una cámara Polaroid.
Tomó varias fotos de su piso sin ningún problema. Pero el problema apareció cuando tomó una foto del rellano, pues ésta aparecía totalmente en negro.
Pensando que había tapado el objetivo con el dedo, tomo una segunda foto cubriendo el objetivo a propósito para comparar ambas fotos. Pero el resultado no fue el mismo.
Tal era el temor de Adam que, tras buscar información en internet, decidió echar sal delante de la puerta para evitar que entrase algún ente por la puerta.
Además, prendió salvia y extendió el humo por todo el piso, concentrándose en el rellano y en aquella mecedora verde.

Aquella noche, el Adam se fue a dormir, aunque no estaba totalmente seguro de haber solucionado el problema. Incluso pensaba que algo iba mal. Tras meses sin soñar con David, el niño apareció en sus sueños. En aquella ocasión, la habitación estaba llena de humo, pero pudo verle sentado en aquella mecedora verde mirándole fijamente con cierto enfado. Adam se despertó y se tomó aquel sueño con un mal presagio de que algo terrible iba a suceder.

Y, cumpliendo aquel presagio, al cabo de un par de noches, David apareció en un nuevo sueño. En aquella ocasión, el niño le llevaba, agarrándole del brazo, a un almacén abandonado. Aunque el joven intentó soltarse, el niño tenía mucha fuerza. Cuando Adam se despertó, intentó no pensar en ello hasta que se miró el brazo y vio que tenía la marca, como si alguien le hubiese agarrado de la muñeca.
Adam decidió tomar una ducha y bajar a una cafetería cercana que solía frecuentar para desayunar. Al hacerlo, siempre pasaba por delante de un almacén donde reparaban vehículos de venta ambulante de comida. Pero, a diferencia de otras veces, aquella vez el almacén estaba totalmente vacío, como si lo hubiesen abandonado de la noche a la mañana.


Adam, totalmente intrigado, se asomó al interior y, lo único que vio, fue una silla verde colocada en medio del amacén..

Inquieto por lo que acababa de presenciar, se dirigió a la cafetería. Debido a los nervios, tardó más tiempo del habitual en desayunar. Cuando regresaba a su apartamento vio que la persiana metálica del almacén estaba ahora bajada, lo que le puso incluso más nervioso, por lo que aceleró el paso para llegar lo antes posible al apartamento.

Tras pasar algunos días, notó algo que le incomodó. Sus dos gatos comenzaron a maullar frente a la puerta principal dos horas antes de lo habitual. Aquel cambio sorprendió a Adam, pues ya se había acostumbrado a aquella rutina y aquel cambio le resultaba bastante llamativo. Pero aquello no era lo peor pues una noche, cuando los gatos comenzaron a maullar, recibió una llamada al móvil de un número desconocido. La ignoró por completo, pero siguió recibiendo aquella llamada durante días hasta que una noche, cansado de la situación, decidió atender a la mañana.

No dijo nada, simplemente escuchó. Al otro lado pudo oír aquel zumbido eléctrico que escuchó en las grabaciones que había hecho mientras dormía, seguido de una respiración y de una extraña voz que dijo “hola”. Tras decir aquella palabra, la llamada se cortó. Adam dejó el móvil y encendió la televisión, pues estaba demasiado asustado como para irse a dormir.

A la mañana siguiente, Adam decidió sacar la mecedora verde de su habitación, pues no se sentía seguro durmiendo a su lado, y la dejó en el salón junto a una estantería pensando que así podría dormir tranquilo. Además, estaba bastante motivado pues pronto se marcharía a Japón a presentar un libro con sus viñetas. Era una fantástica oportunidad, no sólo para dar un empujón a su carrera, si no para alejarse de todo aquello. Y, durante varios días, lo único en lo que Adam podía pensar era en aquel viaje. Además, llevaba un tiempo sin sentir la presencia de "Dear David".

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