Adam
pasó la Navidad en Montana con su familia. Desde el momento en el que llegó,
comenzó a sentirse mejor, por lo que pensó que Dear David estaba atado a la casa y
no a él. Eso le hacía sentirse a salvo y relajado. Aprovechó esos días para
buscar un piso al que poder mudarse en Nueva York.
Pero,
al cabo de algunos días, Adam comenzó a sentirse raro de nuevo. Una noche se
levantó para ir al baño y pudo sentir movimiento al otro lado de ventana, pero
pensó que podía ser algún animal. Y lo mismo sucedió la noche siguiente.
Una
mañana, se levantó y fue al baño para ducharse. Una vez allí, a través de la
ventana, vio huellas en la nieve por detrás del garaje.
Salió
a la calle y se quedó paralizado al ver que no se trataba de huellas de
animales sino de un niño.
Pero
de repente esas huellas desaparecían en mitad de la nieve. Adam se sintió muy
asustado y no quiso salir de su habitación el resto de días pensando que, si
eran las huellas de Dear David, eso significaba que podía seguirle a cualquier
lugar. Aquello le hizo perder toda esperanza de librarse de él.
Tras
las vacaciones de Navidad, Adam volvió a Nueva York. Se sintió incomodo cuando
llegó al apartamento. Y, esa noche, le costó dormir pues sentía que Dear
David le observaba desde diferentes puntos de la habitación. Durante las
siguientes noches decidió usar la aplicación del móvil como hizo anteriormente
para intentar sacarle una foto , pero no tuvo éxito. No obstante, una noche fue
peor que las anteriores. Se sentía enfermo y tuvo pesadillas toda la noche.
Soñó que Dear David le observaba levitando sobre él, murmurando algo cada vez
más rápido. De repente, el niño se abalanzó sobre él y, cuando el niño golpeó
su pecho, Adam se despertó con un sobresalto sintiendo que le faltaba la
respiración. Miró a su alrededor, pero no había nadie ni nada. Cogió el móvil y
estuvo pasando las diferentes imágenes sin ver nada hasta que llegó a una que
le impactó.
Adam
dejó el móvil sintiéndose totalmente impotente, pues no sabía qué más podía
hacer.
Durante
varias semanas Adam dejó de tener pesadillas y dejó de sentirse incómodo en el
apartamento. Pero aún así le ocurrían cosas extrañas.Comenzó a sentirse
desorientado. Podía estar sentado con la mirada perdida en el sofá durante una
hora sin percatarse del paso del tiempo; comenzaba a olvidar cosas que hacía a
lo largo del día; le costaba prestar atención a lo que los demás le decían, o a
veces creía que le estaban hablando cuando no era así. Además, comenzaba a
sentirse cansado, como si a lo largo del día gastase más energía de la normal.
A pesar de eso, se obligaba a seguir con su día y a día.
Adam quedó con una amiga para
tomar algo y se estuvieron haciendo fotos. Todo transcurrió con normalidad.
Pero en una de las fotos había algo que no era normal:
El joven no sabía cómo reaccionar
ante aquello. Lo único que podía pensar era en las ganas que tenía de recuperar
la normalidad.
Durante
los días siguientes Adam dejó de publicar en su cuenta de twitter hasta el 28
de enero que lo único que subió fue un extraño vídeo de su gato maullando a la
puerta de nuevo. Días más tarde, el ilustrador publicó que todo esta bien.
Durante casi un mes, Adam no publicó nada, hasta el 14 de febrero donde volvió
a subir un vídeo de su gato maullando delante de la puerta y una publicación en
la que indicaba que todo había vuelto a la normalidad.
Su última publicación
relacionada sobre Dear David tuvo lugar el 12 de marzo en la que pedía a la
gente que no se preocupase por él, pues se había mudado de piso, se encontraba bien y nada extraño había
vuelto a suceder.
Desde entonces, no ha vuelto a publicar nada
relacionado con el aterrador niño. ¿Es este el final de la historia o acaso Dear
David está esperando a aparecer cuando Adam menos lo espere?
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